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Reportaje:

Cincuenta pinceles para Ronda

Medio centenar de acuarelistas andaluces retrata durante dos días la ciudad del tajo

Se podría decir que la pintura es un arte introspectivo e individualista, pero siempre hay excepciones. Entre los enganchados a la acuarela, por ejemplo, hay una tendencia al encuentro, a la discusión amistosa y al intercambio de secretos que se refleja en la existencia de agrupaciones de acuarelistas en casi todas las comunidades autónomas españolas.

'Es que la acuarela es una técnica muy particular, que por mucho que la domines siempre te sigue sorprendiendo y planteando retos. Por eso es importante comunicarse con otros acuarelistas, ver el trabajo que hacen, compartir para crecer', explica Emilio Domínguez, miembro de la directiva de la Agrupación de Acuarelistas Andaluces y uno de los 50 pintores que ha acudido este fin de semana a retratar las calles y paisajes de Ronda, una de las ciudades andaluzas más queridas por los artistas, especialmente en el siglo XIX.

En Ronda es habitual encontrar de tanto en tanto algún pintor callejero, pero los 50 acuarelistas andaluces que la han retratado entre el viernes y ayer han llamado la atención de turistas y curiosos. 'Te hemos visto desde la ventana del Parador y le hemos dicho a nuestro padre que queríamos ver qué pintabas', explicaba un chaval de unos ocho años a Manolo Blandón, profesor de dibujo y profesional de la acuarela desde hace 25 años, que el viernes pintaba una perspectiva del castillo y hoy hotel construido en 1761 junto al Puente Nuevo que cuelga sobre el Tajo.

La lluvia que caía el viernes no llegó a desanimar a los artistas, aunque sí les obligó a refugiarse bajo soportales y cenadores. Algunos, como África Sancho, una librera que decidió cambiar el papel impreso por el papel de acuarela hace año y medio, luchaba con la tiritera para terminar cuanto antes su panorámica de los palacetes colgados sobre el barranco más famoso de Andalucía. Otros, después de intentarlo durante unas horas, abandonaban. 'Creo que vamos a pintar mejor detrás de la barra de un bar', bromeaban dos ateridos artistas.

El coordinador del encuentro, David Asensio, contemplaba con cierta resignación los nubarrones grises del viernes. 'La verdad es que ha sido una faena, porque veníamos con mucha ilusión y contábamos con que siguiera el tiempo tan fantástico que hemos tenido estos días'. Sin embargo, ayer, que estaba previsto salir al campo a pintar paisajes del entorno, lució un sol espléndido. Los dioses fueron clementes.

Los cuadros realizados este fin de semana servirán para una exposición itinerante que recordará el encuentro. Antes, en la cena de despedida, todos los participantes votarán la mejor obra. 'Hemos querido impregnar este encuentro de un espíritu democrático, libertario, igualitario y prescindir de un jurado oficial', explica Rosa Olea, también de la organización. [El teléfono de la Agrupación es el 954 900 610].

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Un imán para los artistas

Los organizadores del Primer Encuentro de Acuarelistas Andaluces escogieron Ronda por dos motivos; su ubicación cercana al centro geográfico de Andalucía y su belleza impregnada de leyenda. Las diversas civilizaciones que han pasado por la ciudad desde su fundación en época romana han ido dejando huellas en forma de puentes, baños y alminares árabes, murallas medievales, palacios renacentistas y hasta la plaza de toros más antigua de España, construida en el siglo XVII. Pero su carácter de ciudad serrana, inextrincable desde algunas latitudes por culpa del tajo de 160 metros de altura que ha ido esculpiendo el río Guadalevín a lo largo de miles de años, la convirtieron también en fuente de misterios y leyendas, que adquirieron un tinte de realismo gracias a la presencia real, durante el siglo XIX, de bandoleros y salteadores de caminos, como José María El Tempranillo, el más famoso de todos. Así, viajeros románticos como el periodista, poeta y novelista francés Teófilo Gautier o el austríaco Rainer María Rilke encontraron en Ronda la inspiración para algunas de sus obras literarias más celebradas. Quizá el personaje literario que más le debe a Ronda es la Carmen de Prospero Mérimée, novelista e historiador francés que recaló en la ciudad durante alguno de sus viajes por España entre 1830 y 1864. La Ronda que conoció y retrató Mérimée abarcaba todo el abanico de paisajes agrestes, ruinas misteriosas, casas señoriales, espectáculos callejeros y, sobre todo, personajes raciales dotados de una especial fuerza dramática que embrujaba a los románticos. Ronda también fue retratada por pintores, el más recordado, el dibujante escocés David Robert, cuyos bocetos sonimprescindibles para los amantes de la ciudad. 'Es inevitable no enamorarse de Ronda si uno es artista plástico', dice David Asensio. 'Tiene todos los retos: la luz, los colores, los edificios, los paisajes y el cielo'. Quizá fue eso lo que logró enganchar a personajes bohemios como el escritor Ernest Hemmingway y el cineasta Orson Welles, a quienes aún se recuerda en tardes de toros y tertulias y en fiestas flamencas. 'Es una ciudad para los sentidos', sentencia Asensio. Con sol o lluvia.

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