Sencillamente, genial
Una velada inolvidable. Minkovski ha venido a Valencia con Platée, de Rameau, bajo del brazo, a modo de despedida de una obra que ha dirigido unas sesenta veces y cuyas últimas representaciones, con gran éxito por cierto, habían sido en el Palais Garnier de París hasta el pasado miércoles. La versión de concierto no ha sido un obstáculo para el éxito. Es más, la semiescenificación, de carácter marcadamente teatral, ha influido decisivamente en el resultado artístico de la propuesta.
Rameau está, evidentemente, en buenas manos. Sus máximos apóstoles actuales -Christie, Minkovski, más ocasionalmente Rattle- transmiten sus óperas con una energía contagiosa, con una incontenible alegría de hacer música.
Platée
De J. P. Rameau. Versión de concierto. Les Musiciens du Louvre. Director : Marc Minkovski. Palau de la Música, Valencia, 28 de febrero.
Platée participa de ese espíritu rebosante de vitalidad. La genialidad de la partitura se ve correspondida así con la genialidad de la interpretación.
Paleta de colores
La orquesta Les Musiciens du Louvre desplegó una paleta de colores asombrosa. Sección por sección, instrumento por instrumento. Las dinámicas, los contrastes, los efectos de imitación, los climas ambientales. Pocas veces se asiste a una realización tan perfecta de una obra lírica. Excelente, asimismo, el coro. Minkovski dirige con agilidad, con maestría, con un sentido del humor admirable. La fascinación se produce inevitablemente.
Más desigual es el reparto vocal, aunque pocos peros se pueden poner a la caracterización teatral de los personajes. Destacan, en cualquier caso, el tenor Paul Agnew, que hace una creación ejemplar del papel que da título a la obra; la soprano Mireille Delunsch, verdaderamente irresistible como La Folie, y, por unas u otras razones, el barítono Laurent Naouri y el tenor Yann Beuron. Lo determinante es, por encima de todo, el equilibrio global. Con todo ello Platée desemboca en algo más que una gran noche de ópera para convertirse en un acontecimiento memorable.