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Reportaje:

La caída de un ídolo

La policía halla EPO y morfina en la casa del ciclista Frank Vandenbroucke

Carlos Arribas

Al doctor Mabuse le detuvo la policía belga cerca de Gante por superar en 28 kilómetros por hora el límite de velocidad y como conducía un coche no asegurado lo consideraron sospechoso. Era el mediodía del miércoles. Registraron el vehículo. En el maletero encontraon varias cajas de medicamentos. Anfetaminas y otros productos no identificados. 'He pasado la noche en casa de Frank Vandenbroucke', dijo a la policía. 'Estos productos son suyos'. Las alarmas se dispararon. Vandenbroucke, el gran crack del ciclismo belga que, a los 27 años, disfrutaba de una nueva oportunidad de rehabilitación, había vuelto con el doctor Mabuse.

A las seis de la tarde, Vandenbroucke, que regresaba a su domicilio de Lebbeke después de un entrenamiento en las Ardenas flamencas, se encontró con la policía en la puerta. Registraron su casa. Encontraron pequeñas cantidades de EPO, la droga más usada por los deportistas de resistencia, del anabolizante clenbuterol, muy usado para engordar ganado, y de morfina. 'Son productos para el perro', dijo. Pasó la noche en comisaría. Le hicieron un control de orina. Fue interrogado, pero no dijo nada. 'Ha estado evasivo', explicó el fiscal. 'No ha dicho por qué tenía esos productos; no ha dicho si los ha utilizado, pero tampoco lo contrario'. Por la mañana, aún en chándal, en zapatillas de montar en bicicleta, fue conducido, esposado, la imagen del hundimiento definitivo,ante el juez, que le puso en libertad, aunque puede ser condenado a una pena de entre un mes y cinco años de cárcel. Su equipo, el Domo, el quinto en nueve años de turbulenta carrera, le ha despedido. Mabuse, que también delató al corredor Nico Mattan, a quien la policía registró la casa a las 5.30 de la mañana, ingresó en la prisión.

'Me estoy reconstruyendo', dijo hace dos meses. 'Creo que ésta es mi última oportunidad'

Bernard Sainz, conocido como doctor Mabuse en los medios ciclistas, es un ex corredor de nivel bajo, criador de caballos, cuidador de ciclistas y presunto camello. Discreto y evasivo, habitual en las carreras ciclistas, Sainz, francés, salió involuntariamente del anonimato en mayo de 1999, cuando fue detenido en París, acusado de tráfico de productos dopantes y de ejercicio ilegal de la medicina. Cumplió dos meses de prisión. Vandenbroucke y algunos ciclistas más pasaron por comisaría como beneficiarios de los servicios de Sainz.

Después del incidente, Vandenbroucke, el ciclista con más clase y talento nacido en Bélgica desde la retirada del caníbal Eddy Merckx, prometió públicamente que rompía sus vínculos con Mabuse, pese a que le consideraba un sabio, una gran persona. Fue una más de las promesas rotas del ciclista que más ha enamorado.

Frank Vandenbroucke es ciclista, pero, por su estilo de vida, podría ser perfectamente cantante de rock, estrella de cine o gigoló. Es voluble, ególatra, individualista, excesivo, guapo, elegante, joven, indolente, mujeriego, aficionado a las sustancias prohibidas e inmaduro.

Es ciclista porque su padre y su tío han sido ciclistas, y muy buenos. Pero él era mejor. También más conflictivo. Incapaz de callarse lo que pensaba. Hombre de acción que rompió con su primer equipo, el Lotto, porque no aguantaba más a su padre, que trabaja allí de mecánico. Siguió huyendo y cambiando de equipo. Alcanzó el cénit deportivo en 1999, ganando la Lieja-Bastoña-Lieja, uno de los monumentos del ciclismo; empezó a arrastrarse varios meses después, cuando abandonó a su novia, embarazada de seis meses (su hija Cameron vive con un primo del ciclista), dejó de correr, se fue con Sara, una modelo italiana, y desapareció del mundo. Volvió a salir a la superficie a finales de 2000, cuando el Lampre apostó por su recuperación. En junio, hartos los responsables de su falta de responsabilidad, le despidieron. Poco después ingresó en un centro de desintoxicación. Volvió a encontrar otra mano que confiaba en su recuperación, la de Patrick Lefevère, director del Domo. Un nuevo contrato. Tuvo con Sara otra hija, Margaux. Una familia. Una nueva vida. Un nuevo engaño. 'Me estoy reconstruyendo', dijo, optimista, hace dos meses. 'Pero si esto no funciona creo que será mi última oportunidad'.

Frank Vandenbroucke, a la derecha, acude, esposado, ante el juez.
Frank Vandenbroucke, a la derecha, acude, esposado, ante el juez.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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