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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El anverso y el reverso

Cuando, hace poco más de un año, Perejaume tuvo la osadía de llevar dos grandes ventiladores a la galería Joan Prats con la idea de 'airearla' de las supercherías, presiones del mercado y esas derivas innovadoras capaces de hacer transitar a los especuladores por las salas de subastas mirando por encima del hombro a los maníacos de los girasoles y los nenúfares -una acción que duró sólo tres días y que suponía un gran sentido de la responsabilidad por parte del artista y el galerista, que generosamente repartieron la crítica entre sus colegas- muchos interpretaron aquel gesto como algo más que una metáfora contra el mundo del arte como sistema. Después de un annus mirabilis en el que el artista de Sant Pol de Mar había conseguido hacer algo tan expiatorio como llevar el arte contemporáneo al Liceo barcelonés y una gran retrospectiva en el Macba que desgraciadamente no consiguió romper la costra de la indiferencia institucional, aquel gesto higienizante que le convertiría en el Chomsky de la pintura es visto ahora como el anverso de la simulación que con tanta precisión dibujan algunos marchantes capaces de ningunear al artista que no es capaz de producir una cantidad de cuadros que sature el mercado.

PEREJAUME

Galería Joan Prats Rambla de Catalunya, 54 Barcelona Hasta el 9 de marzo

Afortunadamente, Perejau-

me no es de aquellas celebridades banales que venderían su camisa manchada de pintura y sudor por un plato de lentejas doradas, sino que su obra sigue sugiriendo una época perdida del mejor arte conceptual, por lo que hemos de pensar que esta exposición no sirve más que para neutralizar el efecto subversivo de la anterior. De nuevo, el sistema engulle a sus detractores. Lo que nos ofrece en la Joan Prats es un conjunto de obras últimas, la mayoría pinturas, en su línea de reflexión sobre el paisajismo o el mundo como cuadro, y la capacidad del artista para escucharlo.

La mayoría de estas piezas son un pequeño inventario de sus tropos pictóricos, pero son vacilantes y no están a la altura de un artista como él, en toda su plenitud profesional. Hay dos obras que destacan: Los dibujos que me bailan en la cabeza -en una línea muy sui géneris del fox-trot warholiano- y Riego, una fotografía donde vemos el mar como fuente de alimento de las plantas. Perejaume nos mantiene siempre alerta y nos restituye del exceso de retórica del arte actual; por eso quizá nos podemos sentir decepcionados cuando no lo logra.

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