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Entrevista:VERÓNICA VILLAR | Bailarina del Teatro de Wiesbaden

'Las instituciones no fomentan que el arte sea una forma de vida'

Verónica Villar se mueve con la misma elegancia vestida con las mallas de ballet que con un traje de chaqueta. Joven, ilusionada y a todas luces feliz, paseó por Bilbao, su ciudad natal, el pasado fin de semana. El Ballet del Teatro de Wiesbaden, en el que Villar es bailarina solista desde noviembre de 1994, actuó el viernes y el sábado en el Arriaga con dos montajes: Carmen, de Bizet, y el Bolero, de Ravel. Eso es lo más duro para esta mujer sonriente y familiar: estar lejos de casa. Tenía 19 años cuando se marchó buscando en Londres una oportunidad que en España no encontraba. Le ofrecieron un contrato en el Royal Ballet, pero 'tenía que esperar tres meses para firmarlo'. Ese tiempo le pareció entonces demasiado y voló a Alemania a probar suerte.

Pregunta. Fueron difíciles sus comienzos...

Respuesta. El peor momento fue cuando tuve que elegir entre seguir estudiando o seguir con el ballet. En Europa, en las escuelas de baile, aprendes ballet y también estudias, pero aquí no hay nada de ese tipo. Tuve que tomar esa decisión al terminar octavo de EGB.

P. ¿Tan complicado es dedicarse a la danza?

R. Hoy día no hay donde estudiar danza en Euskadi, y en el resto de España está sólo la Compañía Nacional. En Alemania o en Gran Bretaña o en Francia o en Italia hay varias compañías de ballet. En algunos países, más de una docena.

P. ¿Cómo llegó al Ballet de Wiesbaden?

R. Por casualidad. Como no quería esperar tres meses en Londres, me fui a Frankfurt, porque Alemania es uno de los países europeos con más compañías de danza con buen nivel. Había concertado audiciones en Frankfurt, Stuttgart, Munich y Berlín. Pero me acerqué por Wiesbaden y tras la audición, el director del ballet me ofreció un contrato ya.

P. Lo que usted quería.

R. Sí. Le pedí 24 horas para pensarlo, llamé a mi familia por teléfono y firmé al día siguiente.

P. ¿Ha tenido otras ofertas desde entonces?

R. En Alemania los teatros no son como aquí. El bailarín está muy comprometido con el teatro. El de Wiesbaden tiene una programación muy completa y todos los días hay espectáculo. En él trabajan de manera estable entre 300 y 400 personas: la orquesta, el ballet, los actores, los cantantes de ópera y la administración.

P. ¿Con cuántos bailarines cuenta el ballet de Wiesbaden?

R. Fijos, unos 25, de todas las nacionalidades. De España, somos tres, y de Euskadi, sólo yo.

P. ¿Habría querido quedarse en el País Vasco?

R. Sí, aunque siempre me ha gustado viajar, conocer otras gentes y culturas. Viajar te abre la mente y te hace más tolerante. Se aprende respeto por el otro.

P. ¿Qué consideración tiene el ballet español en el extranjero?

R. Hay muchos españoles en todas las compañías; en España no pueden quedarse. Todo el mundo habla de que hay mucho talento, pero no compañías. No exite una danza española como tal, sino bailarines y coreógrafos españoles.

P. ¿Por qué ese abandono de las instituciones por la danza?

R. No sé. Otras artes, como el teatro, el cine, las artes plásticas, sí se potencian desde el Gobierno central y los autonómicos. La danza, no. Como yo, hay miles de personas a las que les gustaría volver a su comunidad y trabajar en una compañía estable. En Alemania, la mayoría de las ciudades tienen su compañía de danza.

P. Hay una gran cultura de la danza.

R. Sí. Y eso se empieza educando desde pequeños y continuando con esa enseñanza posteriormente. La gente de aquí me pregunta si se nota mucho el atraso tecnológico de España frente a Alemania, pero en lo que vamos más atrasados es en la cultura. No es que no haya arte y talento, sino que las instituciones públicas y las empresas privadas no fomentan ese talento para que el arte sea una forma de vida. No saben gestionar el arte individual, mientras en otros países lo explotan, lo saben usar.

P. ¿Qué ha sido lo más costoso en su carrera?

R. Adaptarme a lo que cada coreógrafo quiere en cada momento.

P. ¿Lleva una dieta especial?

R. Yo digo que no, pero es cierto que los hábitos alimentarios de los bailarines difieren de los del resto de la gente. Tomo mucha verdura y mucha pasta y apenas fritos.

P. ¿La anorexia es preocupante en el mundo del baile?

R. Es cierto que existen bailarinas anoréxicas. El ballet exige una estética en el escenario y esos cánones no se pueden romper. Pero tampoco la anorexia es estética en el escenario. Hoy día muchos directores rechazan a una persona excesivamente delgada.

PERFIL

Verónica Villar (Bilbao, 1971) salió de Las Arenas, donde vivía, rumbo a Londres porque su propio país no le ofrecía un futuro profesional. Europa sí ha respondido a sus expectativas y desde noviembre de 1994 es bailarina solista del Ballet del Teatro de Wiesbaden (Alemania). Sólo espera regresar a Euskadi cuando se retire.

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