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Reportaje:ARCO GLOBAL

Euro-Arco

Superada ya la contundente cifra del 20º aniversario, no creo que la edición de Arco 2002 vaya a depararnos un cambio de orientación de lo que hasta ahora ha sido esta peculiar feria de arte contemporáneo, ni que tampoco las actividades puntuales programadas difieran de las que se han llevado a cabo hasta ahora, al margen de que este año el país invitado sea Australia, cuya presencia en el mercado del arte emergente está siendo, eso sí, desde hace tres lustros, muy notable y publicitada. Desde el punto de vista ferial, la peculiaridad de Arco consiste, como es ya de sobra conocido, en que ha logrado sobrevivir contra o a pesar de las leyes del mercado, o, si se quiere, que paradójicamente éste, su explícita razón de ser, se ha convertido en una excusa. Los organizadores y patrocinadores de Arco 'desean' infructuosamente que el mercado del arte actual de nuestro país tenga la solidez suficiente para dar lugar a una gran feria de arte internacional y, como no lo logran, han decidido montar el espectáculo de su apariencia. En este sentido, han creado artificialmente una demanda, financiada, sobre todo, con fondos públicos de muy diversa procedencia, que luego dirigen también artificialmente a la adquisición de una obra, la cual, de no ser vendida, les dejaría sin ese mínimo necesario de firmas comerciales de prestigio internacional para cubrir las apariencias.

En el arte actual, donde lo espectacular prima y fagocita lo demás, todo queda reducido a las apariencias

Por otra parte, han sabido ex

plotar astutamente la insólita promoción mediática de la feria -un hito sin precedentes en el negocio artístico de este tipo en el mundo- para lograr una asimismo insólita cifra de visitantes, todo lo cual, la enorme proyección en los medios de masas y las masas en sí que responden a la llamada, convierten a Arco en una tentadora plataforma publicitaria para empresarios y políticos, que pagan por ello lo que nunca pagarían por el arte a palo seco. Por último, como la debilidad del mercado artístico español no ayuda a crear una buena imagen social de éste, 'tapan' sus vergüenzas con el pudibundo traje de que, en realidad, Arco no es una feria, sino una especie de bienal cultural de vanguardia.

En cierta manera, se puede afirmar que nada de lo anteriormente apuntado es ajeno a lo que ocurre con el arte en la actualidad, donde lo espectacular prima y fagocita lo demás, quedando todo reducido a las apariencias. Esto es lo que ocurre ya con los museos, con las exposiciones y hasta con el comercio, como, en lo ferial, nos lo demuestra Arco, en este campo iniciativa pionera. Es el triunfo de la simulación, que los sociólogos nos describen como la característica genuina de nuestra posmodernidad, una simulación en la que se mueven como pez en el agua los expertos en imagen, nuestros ilusionistas actuales, que son, en primer lugar, los políticos y los agentes publicitarios.

Pero la edición de Arco 2002

anuncia, sin demasiado ruido, una sorprendente novedad, que, según se mire, pueda lograr 'rizar el rizo' de la simulación: el proyecto denominado The 20th Century Revisited (todos los títulos de esta feria, incluso cuando se corresponden a lo escrito en castellano, se redactan en inglés, quizá para a su vez simular el cosmopolitismo de nuestro público). La leyenda que acompaña como explicación a este título afirma que se trata de la 'presencia de galerías de prestigio que presentan obras seleccionadas de la primera mitad del siglo XX'.

Aun sin conocer el alcance concreto de esta propuesta, no deja de sorprender, porque lo tradicionalmente ofertado al respecto por Arco ha sido siempre insignificante, y lo ha sido porque, dados los precios de este sector, no hay ahí forma de cubrir las apariencias. ¿Qué puede entonces haber detrás de este proyecto, en principio, abocado al fracaso? Sólo se me ocurre una explicación: ¡el euro! Esto es: en este mes, coincidiendo precisamente con Arco, termina el plazo para aflorar el dinero negro en pesetas y sólo el arte comercialmente consagrado -el de la vanguardia histórica del siglo XX- ofrece las garantías suficientes de opacidad y rentabilidad como para convertirse en la inversión más atrayente de este tipo.

En este sentido, estoy completamente convencido de que, incluso más allá del mencionado proyecto The 20th Century Revisited, la presente edición de la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid pasará a la historia como 'euro-Arco' y que, quizá, por primera y ojalá no única vez en su historia, el ruido de las monedas será tan ensordecedor que parecerá una feria de verdad. Claro que no es lo mismo blanco que 'blanqueador'. ¡Que lo disfruten quienes puedan! El resto seguiremos viendo con el mismo asombro cómo un mercado artístico de menudeo, como el español, ha podido transformarse en el monstruo espectacular de Arco, y, algunos, seguiremos sintiendo la misma melancolía ante lo que deviene eso que llamábamos arte.

Obra de Marc Chagall, en la galería francesa Patrice Trigano.
Obra de Marc Chagall, en la galería francesa Patrice Trigano.

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