Innovación Triunfo

La presidencia española de la UE se ha marcado como una de sus prioridades el desarrollo de la sociedad de la información. En este marco tuvo lugar el pasado fin de semana una reunión informal de ministros de Industria e Investigación en la que se dio nuevo impulso a las políticas orientadas al fomento de la innovación. Los países europeos ocupan posiciones muy dispares en este ámbito. Según la Encuesta de Innovación Europea, en 1996 Irlanda, Dinamarca y Alemania eran los países europeos más innovadores, con un 73%, 71% y 69% de sus empresas manufactureras en esta categoría, respectivamente. En el extremo opuesto se situaba España, con un 29%.

La inversión en I+D es uno de los inputs clave de la innovación. Las diferencias que separan a los distintos países europeos en este terreno son también significativas. Alemania dedicó en 2000 el 2,5% de su PIB a este capítulo (muy próximo al 2,6% de EE UU), mientras que Italia y España sólo destinaron un 1,0% y un 0,9%, respectivamente. Pero, además, la literatura económica ha encontrado otras variables explicativas relacionadas con el hecho de que unas empresas sean más innovadoras que otras. Entre éstas cabe destacar su tamaño, el formar parte de un grupo industrial, la proximidad a centros de investigación básica o el grado de competencia del sector. No obstante, el desarrollo de la innovación no queda explicado en su totalidad por las variables que definen un entorno o perfil empresarial concreto. Un reciente estudio de J. Mairesse y P. Mohnen ha acuñado el término 'innovatividad' para referirse a aquella parte de la innovación que no puede explicarse por sus determinantes más básicos. Según los autores, considerando las variables explicativas citadas más arriba, Alemania e Italia no deberían tener una intensidad innovadora muy distinta. Sin embargo, los datos contradicen esta afirmación.

La efectividad de las políticas que fomenten la innovación depende de un amplio conjunto de factores

La 'innovatividad' es altamente positiva en Alemania y fuertemente negativa en Italia, dando lugar a un mayor nivel de innovación en el primer país que en el segundo. Ello pone de manifiesto la existencia de factores indirectos que tienen una importancia crucial para explicar la efectividad de las políticas científicas y tecnológicas. Entre éstos se pueden intuir aspectos como el marco fiscal, la inversión en educación, la disponibilidad de financiación pública y privada, la existencia de masa crítica para proyectos de investigación o el propio stock de innovaciones existentes. La actuación sobre estas áreas es indispensable para hacer de Europa un área económica más competitiva.

Carmen Hernansanz es economista jefa de banca, sistema financiero y nueva economía del Servicio de Estudios del BBVA.