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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Alkorta sale del túnel

El defensa del Athletic regresa a la competición con un gol triunfal tras ocho meses de ausencia

Lo primero que hizo Alkorta cuando el miércoles pasado marcó el gol de la victoria del Athletic contra el Málaga (3-2) fue dirigir su mirada al cielo y compartir su alegría con sus padres, a quienes profesaba una devoción inquebrantable. Después extendió su gratificación a su hermano Óscar, convaleciente de una grave lesión, y al grupo de desheredados del Athletic -los jugadores Ríos e Imaz y el preparador físico Manolo Delgado- que han compartido su amargura desde que se lesionó por enésima vez el pasado verano con la eterna tendinitis que ha estado a punto de retirarle del fútbol.

A sus 33 años, con 54 internacionalidades a sus espaldas, Alkorta se emocionó como un juvenil. Volvía al tajo tras un calvario de ocho meses en los que había disfrutado los fines de semana de una forma inhabitual. 'La verdad es que me lo paso muy bien con mi mujer, mi hijo y mi perro, pero necesito un poco de adrenalina', declaró cuando atisbaba ya el final del túnel.

Alkorta es una roca agrietada, fruto de un muestrario de lesiones. Su prodigiosa masa muscular, que le otorga la velocidad que le ha convertido en una figura, ha sucumbido por explosión a no pocas roturas. La espalda también le ha dado no pocos problemas, pero han sido los tendones los que han estado a punto de forzar su retirada. Tras un calvario en la temporada anterior, con Txetxu Rojo en el banquillo, jugó su último partido el 10 de junio ante la Real Sociedad en San Mamés. La pretemporada le guardaba otra pirueta. Casi en sus albores, sufrió una tendinitis que acabó por afectar al sóleo de su pierna izquierda. Vuelta a empezar. Meses después, Alkorta empezó a plantearse que quizá esos tendones le obligaran a volver a casa. Fue un momento de desolación para un futbolista que vivió un instante singular cuando el Athletic le traspasó al Madrid, por falta de tesorería, por 100 millones de pesetas en 1993. La decisión le costó al entonces presidente, José Julián Lertxundi, una tunda de tomates e intentos de agresión en la presentación del equipo en San Mamés. Pero Alkorta creció en Madrid con Fabio Capello, su adorado entrenador; con Michel, su gran amigo, y con Hierro, compañero de fatigas defensivas.

Su regreso a Bilbao significó una reparación cuando Luis Fernández reclamaba centrales aguerridos y sólidos. Además, Alkorta se convertía por carácter y experiencia en un referente del vestuario. Pero Madrid no curó sus lesiones. Su presencia ha sido dolorosamente intermitente.

Empeñado en salir del túnel, Jupp Heynckes le dio la alternativa en toda regla el miércoles. Su contrato contempla 15 partidos para una renovación automática, es decir todos los que restan de competición. Una díficil papeleta que no le preocupa: 'Pensar en eso sería un sinvivir'. Sólo quiere jugar y seguir en el Athletic o en otro equipo. El miércoles dio el primer paso para ambas cosas. Y marcó el gol de la victoria: 'No sabía cómo celebrarlo porque no estoy acostumbrado'. Así que miró al cielo, como don Juan, y sí le oyó.

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