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ALBERTO AZA

Una larga trayectoria en embajadas y una amplia experiencia con los medios

Alberto Aza tiene al menos una cosa en común con el hombre que más tiempo ha trabajado en la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo: ambos son asturianos. Pero el origen regional no es determinante y las diferencias son visibles entre el general que dirigió la cocina de la Zarzuela en los años difíciles de la transición y el diplomático que los vivió desde La Moncloa, como jefe del gabinete del presidente Adolfo Suárez.

Aza, nacido el 23 de mayo de 1937, es un hombre de trato extraordinariamente fácil y asequible, que, a diferencia de Fernández Campo, ha realizado gran parte de su trabajo en estrecho contacto con los medios de comunicación, lo que, dado el creciente interés de la prensa en los asuntos de la familia real no parece un dato despreciable. Es, además, cosmopolita, hasta el punto de que, casado con una catalana, aprendió la lengua de Pompeu y Fabra para complacer a su suegro. Un conocimiento que en el Ministerio de Josep Piqué le ha resultado, sin duda, útil.

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Aza cuenta, además, con la ventaja de haber vivido una parte importante de su experiencia diplomática desde el núcleo duro del Ejecutivo, lo que le puede ayudar a entender las eventuales dificultades de la relación que a partir de enero deberá canalizar entre la Corona y el Gobierno.

Nacido el 23 de mayo de 1937, Alberto Aza es licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras. Su carrera diplomática comenzó en 1965 en Libreville, como secretario de embajada, de donde fue trasladado a Argel, el 5 de junio de 1967. Su siguiente destino fue Roma, entre 1972 y 1975, de donde volvió a Madrid para ocuparse de la dirección general para Oriente Próximo en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Posteriormente, hasta que obtuvo la excedencia para irse con Suárez a La Moncloa, en 1977, fue director de Difusión Informativa Internacional en la Oficina de Información Diplomática, director de Relaciones con los Medios Informativos y subdirector de la OID. En marzo de 1981, Aza volvió a la carrera diplomática y, en concreto, al Ministerio, donde en 1983 fue nombrado director general para Iberoamérica. Poco después, pasó a ministro consejero en la Embajada de España en Portugal y, en 1985 recibió su primera embajada, ante la Organización de Estado Americanos (OEA), con sede en Washington.

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En 1989, Alberto Aza seguía en la capital estadounidense, pero como embajador de España en Belice. En 1990, fue nombrado embajador en México y en 1992 pasó a Londres, donde llevó la representación española en años claves para las negociaciones sobre Gibraltar, hasta 1999. La vuelta a Madrid supuso un bache en su carrera, que recuperó al ser designado director general de la OID en 2000. Aza declaró ayer que 'es un honor servir en una institución que ha dado tanta estabilidad y cohesión a España, especialmente tras toda una vida al servicio del Estado'.

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