El miedo del Gobierno
(...) El anuncio de la prohibición de sobrevolar la capital en helicópteros le confirmó a la mayoría de la gente que los bolivarianos no sólo se encontraban asustados, como todo lo hacía pensar, sino que además no querían por nada del mundo que los periodistas tuvieran la ocasión de presenciar, desde el aire, el fracaso de la movilización oficial si era comparada con la que, simultáneamente, había sido organizada por la sociedad civil. (...) Afuera, la DISIP, desde el aire, se tomaba el derecho exclusivo de grabar y fotografiar la marcha opositora, algo que se supone es el trabajo que deben hacer los medios de comunicación y los periodistas. Pero la revolución bolivariana lo ha cambiado todo: los policías se encargan ahora de las noticias en directo. (...) El miedo, sin duda, programó la agenda presidencial.
No era para menos: lo que la sociedad estaba haciendo desde la mañana era llenar la calle de una manera nunca vista, con gente que un año antes ni siquiera pensaban en salir a manifestar su descontento con el Gobierno. (...) Los unía una voluntad pacífica dirigida a rescatar el país, a sacar a Venezuela de la incertidumbre y a retomar el camino de un país moderno, sin autoritarismos ni amenazas. (...) Si el pasado 10 de diciembre se le pedía firmemente al presidente que rectificara y dialogara, que escuchara a la mayoría del país, ayer se comenzó a exigir su salida. No fue una consigna lanzada por alguien: nació con la espontaneidad y firmeza de las cosas que la sociedad lleva por dentro y tiene que decirlas: para que se cumplan.
Caracas, 24 de enero
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