Castigado por no ir a misa
El Alavés multa a Téllez por quedarse fuera de la iglesia en un funeral
El pasado día 8 murió, a sus 67 años, José Luis Compañón, presidente de honor del Alavés, toda una institución en el club vitoriano. Alejado ya de las funciones ejecutivas que realizó durante cinco decenios, acompañaba al equipo en todos los viajes. Era el confidente de los jugadores, su asesor e incluso su recadero si se hacía necesario. Toda la plantilla, sin excepción, sintió de cerca su fallecimiento y le dedicó el triunfo sobre el Tenerife en el partido de aquella semana. Incluido Óscar Téllez, un habitual últimamente en la selección española. Pero él, que compartió cuatro años con Compa, no le acompañó en su funeral. El defensa madrileño no siguió a sus compañeros hasta el interior de la iglesia de la Coronación, en Vitoria, para asistir a la misa por el difunto. Una decisión que le ha costado 750 euros (125.000 pesetas).
El futbolista debe pagar 750 euros al no asistir a la misa por la muerte del presidente de honor
El Alavés, al día siguiente, informó a Téllez de que le había abierto un expediente por esa razón y por no haber asistido a un colegio a impartir una charla unos días antes. El futbolista ha esperado hasta madurar su respuesta y, por fin, la ha soltado: 'No estoy de acuerdo con la sanción. No me parece algo justo. Hablaré con el club a ver si podemos llegar a un acuerdo', ha comentado. 'No me gustan las iglesias y no creo en lo que hay dentro de ellas. Yo fui con el resto de los jugadores hasta la puerta. No creo que me puedan obligar a entrar. Es como si ficharan a un jugador musulmán, de los que cumplen el Ramadán. ¿Podría obligarle el club a comer esos días? No lo sé'.
Desde el club, el asunto se ve con otra mirada. El consejo de administración cree que no tiene nada que ver con la libertad de culto ni con los valores constitucionales. Menciona otras palabras: 'acto oficial' y 'respeto'. Un portavoz recuerda que el presidente, Gonzalo Antón, exhortó aquel día a toda la plantilla a acudir a la iglesia para honrar a Compañón, católico convencido y practicante. 'Es un acto oficial, es un acto oficial', les repitió. Y el club insiste: 'Muchos de nosotros no creemos en la Iglesia, pero, por respeto a la persona, sobre todo por tratarse de Compa, había que hacer el esfuerzo de entrar'.
El detonante para la multa a Téllez fue otro detalle. El club recibió testimonios de que estaba en el pórtico de la iglesia hablando por el teléfono móvil y con periodistas. Fue entonces cuando el presidente decidió recurrir al reglamento interno y a la sanción económica.
Lo del colegio tiene una explicación menos controvertida. Téllez argumenta que es habitual entre los jugadores intercambiarse esos compromisos. Él admite que no acudió, en contra de lo estipulado, pero que lo hizo en su lugar un compañero al que él, a su vez, suplirá en otra ocasión.
Aunque éste es el caso más llamativo, no es la primera vez que Téllez tiene que rascarse el bolsillo para saldar cuentas internas. Su historial conflictivo es amplio. Siempre, como consecuencia de su fuerte temperamento. El ejemplo más reciente de su carácter se encuentra este mismo mes, ante Osasuna. Téllez cumplía su segundo partido consecutivo de suspensión -por propinar un codazo a un jugador del Sevilla y ser reincidente- y estaba sentado en la banda durante el partido. En dos oportunidades el balón cayó junto a él y se lo devolvió a un rival de manera brusca. El propio árbitro recogió el incidente en el acta.
La diplomacia no está entre las cualidades de Téllez, un tipo directo aunque noble, tanto en los campos de fútbol como fuera de ellos, y con una larga historia vital, a sus 26 años. Un principio de anorexia truncó de joven su carrera en el Real Madrid y le condenó a deambular por equipos semiprofesionales, con un sueldo escaso que servía de sustento a toda su familia. En algunos casos ni siquiera cobraba a tiempo, como en Pontevedra, de donde huyó para ir al Alavés. Más tarde, un juzgado le condenó a indemnizar al club gallego por su marcha. En su casa han primado unas relaciones difíciles, que le han llevado a tachar el apellido paterno en su camiseta del Alavés (Óscar T. lleva grabado en la espalda). Pero defiende el nombre de su madre por encima de todo, tanto como para soltar un mamporro a quien la mencione despectivamente. 'Al que se mete con mi madre me lo cepillo', dijo en caliente tras su expulsión por agredir a Caminero, entonces jugador del Atlético de Madrid, hace unas temporadas.
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