El Barça vuelve pronto a las andadas
El Rayo Vallecano, con coraje, orden y mucha fuerza de voluntad, supera a un equipo azulgrana espeso y algo desganado
Dos victorias consecutivas en el Camp Nou, alentadas por una catarata de optimismo desmesurado, sirvieron ayer al Barça de coartada para dejarse caer por Vallecas con bastante pereza. A seis puntos del líder, ni más ni menos que el Madrid, y tras una primera vuelta muy deficiente, resulta que el equipo de Rexach se sintió tan sobrado en casa del colista que tardó una hora en remangarse un poco. Para entonces, el Rayo le había superado de largo. Le dejó tomar el mando y el Barça se mostró como un equipo hueco y sin chicha.
Con los dientes apretados desde el calentamiento y con una concentración encomiable, el aplicado grupo de Manzano desnudó al Barça en todas las facetas del juego. Bolic, sobrado como nunca, se bastó él solo para sacar los colores a Christanval y De Boer. Al primero por su pasmosa falta de contundencia y al holandés por su descarada dimisión desde el inicio. El central holandés simbolizó como ningún otro compañero el espíritu azulgrana. De Boer se tomó el partido con una apatía mayúscula. Defendió con el flequillo y siempre se sacudió la pelota de encima de forma simplona. Ni siquiera se inmutó cuando al final Glaucio le invitó junto al banderín para perder tiempo. El brasileño le tomó el pelo una y otra vez con una sinfonía de filigranas ante la pasividad del gemelo. Puyol, furioso, le quitó del medio al grito de 'déjamelo a mí'. Enredado en el minifundio de Vallecas y con cinco centrocampistas locales achicando agua, el Barça echó de menos que el holandés se prestara para la circulación.
RAYO VALLECANO 2| BARCELONA 1
Rayo Vallecano: Etxeberria; Ferrón (Corino, m.84), De Quintana, Mainz, Alcázar; Pablo Sanz; Peragón, Quevedo, Michel (Helder, m.88), Arteaga; y Bolic (Glaucio, m.81). Barcelona: Reina; Puyol, Christanval, De Boer, Sergi; Gabri (Rochemback, m.60), Xavi, Cocu (Gerard, m.72); Rivaldo; Kluivert y Saviola (Geovanni, m.80). Goles: 1-0. M. 25. Bolic recibe de espaldas, se da la vuelta y de soberbio derechazo marca por el poste izquierdo de Reina. 1-1. M. 55. Cocu pasa en largo a Saviola, Etxeberria se anticipa de cabeza fuera de su área y el balón llega a Xavi, que desde lejos supera por alto al meta rayista. 2-1. M. 60. De Quintana se aprovecha de la pasividad de la defensa visitante y las dudas de Reina para marcar de cabeza. Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Peragón, Arteaga, Sanz, Rochemback y Puyol.15.500 espectadores en el Teresa Rivero.
El magnífico gol de Bolic, consecuencia del empuje y juego directo del Rayo, que mordió en cada pelota, no espabiló al Barça. Los azulgrana apenas exponían nada. El guión era bien sencillo: un rondito horizontal muy lejos del hervidero del área hasta hacer llegar la pelota a alguno de los dos laterales. Que el peso del Barça lo llevaran Puyol y Sergi dice todo sobre el curso del partido. Por un lado, el equipo de Rexach cayó con toda la ingenuidad del mundo en la trampa preparada por Manzano. Con Pablo Sanz por delante de cuatro defensas y a espaldas de otros cuatro centrocampistas, el Rayo atascó el embudo central, por donde se citan Rivaldo, Kluivert y Saviola. Además, como en Vallecas los carriles son un pasillo casero, Sergi y Puyol jamás pudieron percutir por el costado. Sin espacio para sorprender en carrera, uno y otro, tan esforzados como faltos de habilidad para revolverse en una caja de cerillas, se quedaron a la intemperie. Desaparecido De Boer y con los tres medios -Gabri, Xavi y Cocu- arrasados por el batallón rayista, al Barça le costaba un mundo dar carrete a Kluivert y Rivaldo. Las dos estrellas corrían el riesgo de desnucarse de tanto recibir de espaldas. Si lograban acariciar la pelota apenas tenían un gramo de oxígeno para darse la vuelta y ver la pinta de Etxeberria. Como es habitual fuera del Camp Nou, ni rastro de Saviola, despedido por Rexach cuando el Barça se jugaba las lentejas en los últimos minutos. Todo un aviso para el argentino.
Sin noticias de ese Barça que había dejado huellas interesantes en las últimas semanas, fue el propio Rayo el que dio vida a su enemigo. Un despiste defensivo solventado por Etxeberria de la peor forma posible, concedió al Barça el empate. Los azulgrana no tardaron en devolver el favor. Desde que se puso la primera piedra en Vallecas, todo el mundo sabe que casi cualquier falta desemboca en un pelotazo al área. Sobre todo si se produce en un lateral del campo contrario. Por si los centrales azulgrana no se habían repasado la lección, sus colegas del Rayo se dieron una carrerita para coger posición de remate. Señal inequívoca de lo que iba a suceder. Y sucedió. Michel la puso larga, al palo más lejano, Reina dudó en su salida y De Quintana, como un ermitaño, cabeceó sin una sombra alrededor.
Quedaba media hora y el Barça por fin pareció darse cuenta del lío en que estaba metido. La amenaza de la pifia ya era cosa seria. Bolic, el mejor de los vallecanos, puso los pelos de punta a Reina en un par de jugadas más. Rexach tiró de Rochemback para meter plomo en el centro del campo y dio vida a Gerard en busca de un llegador.
Complacido por el resultado y exhausto por el esfuerzo, el Rayo dio un paso atrás y a punto estuvo del desengaño. Saviola, en sus dos únicas apariciones, flirteó con el gol. Con etiqueta de goleador, lo cierto es que el enjuto delantero argentino se mueve mejor cuando se deja caer ligeramente por la orilla. Una maniobra que le permite enfilar la portería con la vista al frente. Si se queda anclado en el área paga cara su fragilidad, se borra del juego y se evapora sin remedio. Como sin remedio se despidió el Barça, merecidamente sepultado por el colista. Otra lección más para un equipo incapaz de encontrar el rumbo con el viento de Málaga a favor y repitiendo alineación por tercera semana consecutiva. Demasiado pronto para volver a las andadas. Ahora se multiplicarán las dudas, en la grada y en la manoseada pizarra de Charly.
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