Un mito para gobernar Atenas
La izquierda propone a Irene Papas para alcaldesa de la capital griega
La actriz Irene Papas podría convertirse el próximo otoño en la primera mujer en la historia que rija el destino de Atenas. Diversas personalidades y partidos políticos -los socialistas del PASOK, en el poder, y probablemente el grupo Synapismós (equivalente a Izquierda Unida en España)- van a proponer antes de fin de mes que sea la protagonista de Zorba el griego su candidata a la alcaldía de la capital griega en las elecciones del próximo octubre. La intención es que la actriz griega con mayor proyección internacional simbolice a la ciudad en los Juegos Olímpicos del 2004 y sirva de estímulo a sus ciudadanos, a la manera de Barcelona 92, para la modernización y mejora de Atenas.
'Creo que si la gente me apoya es porque me considera honrada y no ladro'
La diva no ha decidido aún si aceptar o no la candidatura. Consciente de que la también actriz Melina Mercouri fracasó en 1990 en el mismo intento, ha puesto como condición que su nombre sume los suficientes apoyos políticos y sociales para evitar al menos verse enfangada en una larga y áspera campaña electoral. El centro de Atenas, en el que viven un millón de personas, vota tradicionalmente a la derecha, y en esta ocasión, el partido conservador Nueva Democracia baraja presentar a una candidata de peso. Nada menos que a Dora Bakoyani, hija del ex primer ministro y uno de los barones del partido Constantino Mitsotakis.
El duelo femenino que se plantea resulta irresistible para la prensa griega y algún diario de la derecha ha llegado a titular estos días: Irene [paz, en griego] quiere guerra. Pero hay un problema. Actriz y política son amigas y no les duelen prendas en intercambiar piropos. 'Dora y yo no somos enemigas', dice Irene Papas (Chiliomodón, Corinto, 1926) en un fluido y enérgico castellano. 'Además, estoy en contra de las guerras personales y no creo que al final se produzca una victoria de nadie sobre nadie, pero ya me han atacado antes de aceptar'. La resistente antinazi de Los cañones de Navarone, la esposa del mártir político Yves Montand en el filme Z, se exilió en Roma durante la dictadura de los coroneles (1967-1974), a la que calificó en una ocasión de 'el cuarto Reich', y siempre se ha situado en el campo de la izquierda.
'Creo que si la gente me apoya es porque me considera honrada y no ladro. Y si me dicen que puedo ser útil a mi patria no puedo decir que no. Los actores no tenemos miedo al fracaso'. El desafío que tiene por delante no es pequeño. Atenas es una de las capitales europeas con mayor contaminación, un tráfico caótico y una angustiosa falta de aparcamientos. Y aunque ha mejorado notablemente en los dos últimos años con obras como el metro, que será ampliado antes del 2004, y el nuevo aeropuerto al norte de la ciudad, todavía queda mucho por hacer.
Irene Papas confiesa que aún no ha tenido tiempo para pensar en proyectos, pero tiene tres ideas claras para la capital griega: 'Belleza, limpieza y zonas verdes'. 'Atenas parece haber sido construida por sus enemigos. Cuando la ves desde el avión, las casas parecen una aglomeración de guijarros. Hay que hacer una ciudad más humana, en la que se pueda caminar y en la que haya más zonas verdes. Hay que restaurar las casas antiguas y buscar una solución al problema de los inmigrantes, que, tras las guerras de los Balcanes, representan ya el 10% de la población'. La actriz tiene además una prioridad: 'Recuperar para los peatones la calle más antigua de Europa, la calle de El Pireo [del centro al puerto de Atenas], plagada hoy de coches y de feísimos escaparates de supermercados, gasolineras y concesionarios de más coches'. ¿Un programa utópico? Irene Papas responde tajante: 'Los actores somos muy disciplinados y estamos acostumbrados a hacer la fantasía real'.
Atenas se ha puesto en marcha y la ciudad vive su particular espíritu del 92 -la actriz fue quien entregó a Pasqual Maragall la llama olímpica entonces y el arquitecto español Santiago Calatrava se va a ocupar del acondicionamiento del Estadio Olímpico-, pero, en opinión de la izquierda, carece de un símbolo que encarne a la nueva Grecia.
Irene Papas aún deshoja la margarita, pero son muchos los que creen que la dignidad inmutable, la serenidad trágica, la sensualidad impasible que aportó en tantas películas y escenarios le hacen merecedora de su nuevo papel como alcaldesa de Atenas.
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