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Reportaje:MÚSICA

Al encuentro de Puccini

Un año y medio después de la muerte de Giacomo Puccini (1848-1924), Arturo Toscanini dirigió en la Scala de Milán, el 25 de abril de 1926, el estreno de su última e inacabada ópera, Turandot. La función se detuvo tras la última escena que dejó escrita el célebre compositor italiano, en la que muere Liú y el coro canta 'Liú, bonta perdona!... Liú poesia'. Toscanini dejó la batuta y volviéndose al público dijo: 'Aquí concluye la ópera porque en este punto murió el maestro. En esta ocasión, la muerte fue más fuerte que el arte'. Al día siguiente dirigió la ópera con el final del tercer acto completado por el compositor Franco Alfano y, desde entonces, Turandot vive en los escenarios sin desvelar su enigma final: ¿cómo habría resuelto Puccini el final de su última ópera?

Una nueva respuesta verá la luz en el Festival Internacional de Canarias con el estreno mundial, el 24 de enero en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas y dos días después en el teatro Ángel Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, del nuevo final de la ópera escrito por el compositor italiano Luciano Berio (Imperia, 1925) por encargo del festival canario. Una de las grandes batutas de la actualidad, Riccardo Chailly, dirigirá el estreno en un concierto que ha despertado la máxima expectación internacional en el ámbito musical.

El tercer acto completado por Berio se ofrecerá en versión de concierto con las voces de las sopranos Eva Urbanova (Turandot) y Barbara Frittoli (Liú), el tenor Vitali Taraschenko (Calaf) y el bajo Eldar Adiev (Timur) en los principales personajes, el Coro de la Radio Holandesa, y el protagonismo sinfónico de la suntuosa Royal Concertgebouw de Amsterdam. El programa incluye dos páginas orquestales del joven Puccini, Preludio sinfónico y Capricho sinfónico.

Berio sale al encuentro de Puccini asumiendo un reto inevitablemente condenado a revivir viejas polémicas: ¿es posible terminar una partitura que su autor dejó inacabada sin traicionar sus deseos? Mozart no pudo concluir su célebre Réquiem, y junto a su imponente música escuchamos fragmentos orquestados por su discípulo, Franz Xaver Süssmayr, que aún suscitan lógicas controversias: ¿el refinado Mozart habría firmado pasajes con tan grueso uso de trompetas y timbales?

El reto asumido por Berio encierra además numerosos escollos: ¿hay que imitar el estilo pucciniano escondiendo la identidad sonora propia?, ¿cómo seguir el discurso musical original en una época que ha enterrado, definitivamente, sus recursos expresivos? Los trabajos de Ernesto Halffter, que completó la cantata escénica de Manuel de Falla Atlántida; de Friedrich Cerha, que orquestó y completó el tercer acto de la ópera Lulú, de Alban Berg, y de Edison Denisov, en su reconstrucción del drama Lazarus, de Franz Schubert, son elocuentes ejemplos de los límites que impone la finalización de una partitura ajena, desde la estricta (e imposible) fidelidad a la libertad especulativa.

La lista es amplia, incluida la reconstrucción de la inacabada Décima sinfonía de Gustav Mahler, quien, por cierto, arregló la ópera Die Drei Pintos, de Weber, añadiendo mucho de su propia cosecha. En el otro lado de la balanza, obras como Moisés y Aarón, de Arnold Schoenberg, fascinan por su condición inacabada: su autor compuso los dos primeros actos en Barcelona, en 1932 y, casi treinta años después, murió sin haber escrito la música del tercer acto, dejando inacabada una obra que no pierde su asombrosa coherencia.

Respecto al encargo realizado por parte del Festival de Canarias, Berio ha manifestado en una nota de prensa que 'ha sido algo problemático, pero interesante, porque el actual final -escrito por el discípulo de Puccini, Franco Alfano- traiciona, seguro, las ambiciones de Puccini, que no remató la obra porque quería hacer algo distinto, no porque le sorprendiera la muerte. Por eso quiero un final con interrogantes, abierto e, incluso, con puntos suspensivos'.

Berio, que compuso dos

óperas en colaboración con Italo Calvino, La Vera Storia (1982) y Un Re in Ascolto (1984), afirma estar 'fascinado' por la música de Puccini, a quien considera el 'gran inspirador' de la comedia musical tal y como hoy se entiende. Al crear un desenlace abierto, Berio explica que 'ésta es sin duda la mejor manera de finalizar una labor de estas características y, sobre todo, de dar un homenaje a un artista cuyas ansias de perfeccionamiento y singularidad le impidieron concluir su trabajo'.

Puccini no consiguió cumplir su máximo sueño, culminar la ópera con el más hermoso dúo de toda su obra, en una escena que hiciera creíble la radical transformación de la cruel y vengativa princesa Turandot en una mujer enamorada de Calaf. Ambicionaba glorificar el sentimiento del amor como poder invencible, capaz de transformar al ser humano, y quería que esta fuerza dramática impregnara todo el escenario y rebasara al público. Murió en el empeño, y el trabajo de Alfano, aunque sigue con relativa fidelidad las indicaciones del autor, no logra emular, ni de lejos, la inspiración pucciniana.

De Canarias a Salzburgo

LA RESPUESTA de Berio al enigma final de Turandot sonará por primera vez en Canarias en un glorioso preludio a su bautismo escénico. Los coliseos líricos de medio mundo apuestan ya por la nueva vida teatral del último sueño de Puccini, que ha despertado un extraordinario interés en todo el mundo. Kent Nagano dirigirá el próximo 25 de mayo en la Ópera de Los Ángeles el estreno en Estados Unidos de la ópera con el último acto completado por Berio en una producción dirigida escénicamente por Giancarlo del Monaco y protagonizada por la soprano Audrey Stottler en el papel de Turandot, el tenor Johan Botha como Calaf, la soprano Hei-Kyung-Hong en el personaje de Liú y el bajo Rosendo Flores en el de Timur. La expectación del mundo operístico europeo ante la nueva versión se disparará en la próxima edición del Festival de Salzburgo, que el 7 de agosto estrenará, en coproducción con el Teatro Mariinski de San Petersburgo y la Ópera de Baden Baden, un montaje escénico de David Pounteny bajo la fogosa batuta de Valeri Gergiev. La soprano Gabrielle Schnaut, Johann Botha, de nuevo en el papel de Calaf, la soprano Cristina Gallardo-Domas y el bajo Paata Burchuladze encabezarán el reparto salzburgués. Dando nueva vida al final de Turandot, Berio reafirma su compromiso con la herencia operística italiana añadiendo a su inquietud creadora una fascinación por el pasado musical. Brillante orquestador, conocedor de todos los recursos vocales y dotado de un poderoso instinto teatral, Berio ha demostrado que es posible una vuelta al pasado desde una moderna concepción sonora. Desplegando una gran fantasía tímbrica, fruto de una dilatada carrera que abrazó en sus inicios las técnicas de vanguardia y la experimentación electrónica, el compositor rindió hace una década un singular homenaje al estilo de Verdi orquestando ocho de sus romanzas. También supo conservar la frescura original de Manuel de Falla en una orquestación de las Siete canciones populares españolas que redescubre sus colores y ritmos. Ahora llega el momento de escuchar a Puccini revisitado por Berio y todas las miradas apuntan a Canarias.

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