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Tribuna:LA CRISIS DEL PSE-EE
Tribuna
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Un congreso para los ciudadanos vascos

Odón Elorza

El PSE-EE estaba necesitado de un debate en profundidad para reformular un proyecto de esperanza para la paz y la regeneración moral. La dimisión del secretario general puede permitir una reflexión libre, sin estar mediatizada por otros partidos, ni por los medios de comunicación al servicio del Gobierno. En esencia, hay que repensar la estrategia, el papel y el espacio político para impulsar una nueva mayoría social que saque a Euskadi de esta situación de bloqueo. En todo caso el Congreso del PSE-EE se debería efectuar con la intención de recoger las aspiraciones de los ciudadanos y no desde el interés partidista de clanes o familias socialistas.

Sin duda, los vascos necesitamos un nuevo modelo de país que parta del reconocimiento de su pluralismo, que lo cohesione sin exclusiones, se comprometa con los derechos humanos y las libertades de todos los ciudadanos, y haga posible la convivencia en paz desde el pleno respeto a los principios democráticos. Así de claro.

Necesitamos un nuevo modelo de país que parta del reconocimiento de su pluralismo

Para avanzar en la consecución de ese modelo es preciso distanciarse de quienes juegan al frentismo; esto es, a la división en dos comunidades, vasca y española, y bloquean los acuerdos buscando réditos electorales. Por tanto, la clave reside en construir desde la izquierda un proyecto que sea profundamente democrático; esto significa para mí el vasquismo de progreso. Una concepción nueva de Euskadi que permita incorporar a la tarea de la eliminación del terrorismo y la búsqueda de soluciones para la paz a la mayoría de los vascos, rompiendo divisiones artificiales, compartiendo valores democráticos, culturales y éticos, y actuando con sentido de lealtad a las instituciones vascas y a las del Estado.

Durante años se han acumulado demasiadas tensiones y desencuentros, muchos de ellos gratuitos, entre el nacionalismo y los partidos de ámbito estatal, que ponen en evidencia un problema político sin resolver. Desde la transición, el PNV ha alimentado su discurso con órdagos y actitudes victimistas. Frente a ello se ha respondido, en ocasiones, con torpeza y con profundo recelo hacia el autogobierno, lo que ha afectado al desarrollo del Estatuto.

Seguirá siendo imprescindible la defensa de la libertad y la denuncia de los intentos nacionalistas de exclusión y de patrimonialización de las instituciones, como si fueran de su propiedad. Pero hay que hacerlo cada vez con más credibilidad y con la convicción de que se debe profundizar en el autogobierno como una herramienta que ayude a conseguir una sociedad vasca más justa.

Pero para convertir el PSE-EE en una alternativa de gobierno habrá que ganar en ese espacio social, cada día más amplio, surgido entre las trincheras de la confrontación levantadas por el PNV y el PP, con un proyecto autónomo que cohesione este país, que aborde también los graves problemas sociales del nuevo siglo y que apueste por una sociedad vasca más integradora y dialogante.

Recientemente hemos soportado los reproches del señor Aznar, despreciando las tímidas propuestas sobre la actualización de la estructura del Estado. Pues bien, más allá de la caza de brujas, es preciso explicar a los ciudadanos con naturalidad y sin aspavientos, la necesaria reforma de la Constitución. Esto significa que el actual sistema autonómico, con ser valioso, no colma las aspiraciones de una parte de la ciudadanía que apoya la opción federalista.

Estoy convencido de la trascendencia que tendría para Euskadi abordar la urgente reforma del Senado, incorporar a la estructura del Estado mecanismos de cooperación y lealtad federal, pactar la presencia de Euskadi y las comunidades autónomas en la formación de la voluntad del Estado en la Unión Europea, el reconocimiento efectivo de la diversidad cultural de España, la representación de las nacionalidades en las máximas instancias del Estado... En definitiva, queremos reflexionar sobre aquellas reformas que pudieran suponer una mejor adaptación a los nuevos tiempos y que a la vez ayudaran a concitar en Euskadi, por la vía del pacto, mayores consensos que los actualmente existentes en torno a la Constitución entendida como una norma útil, abierta y flexible.

En respuesta a otras incertidumbres, el federalismo representa un modelo basado en la libre unión y en el autogobierno de sus miembros, partiendo de la realidad pluricultural y plurinacional del Estado, tratando de acercar la democracia a los ciudadanos y fortaleciendo los poderes locales. Además, hace residir la soberanía del Estado federal en la libre voluntad de los pueblos miembros de la federación.

En el caso vasco, el federalismo garantizaría el respeto a la singularidad de los regímenes forales de los territorios históricos. Porque el Estado federal no significa uniformización de los distintos regímenes de autogobierno. Tras el euro y otros episodios que vendrán, los vascos iremos asumiendo una nueva identidad, la de la nacionalidad europea. Porque vivimos en la Unión Europa que funciona sobre la base de la soberanía compartida y la interdependencia, en un tablero mundial cada vez más complejo y desequilibrado que tiene que estar presidido por la solidaridad y las reglas de juego democráticas.

Los principios del federalismo quieren hacer compatible el autogobierno y el respeto a los hechos diferenciales con la participación en un proyecto de Estado. La dimensión europea permitirá que Euskadi desarrolle también su personalidad, siendo parte activa en el proceso de construcción y buscando su propio espacio. Aunque ya sabemos que desde la violencia y la exclusión no seremos nunca un pueblo cohesionado, innovador y atractivo en España y Europa.

En resumen, sólo desde la nueva posición, el PSE-EE puede contribuir a crear las condiciones adecuadas para abrir camino hacia el final del terrorismo y la solución democrática de nuestros problemas. Y será imprescindible, al final, un gran pacto político de Estado sobre el avance del autogobierno. Ante las dificultades todos tendremos que poner la mejor voluntad y saber ceder para llegar a un nuevo consenso de principios democráticos.

El PSE-EE deberá actuar sin tutelas y de modo coordinado con el PSOE, evitando cualquier dependencia del PNV o del PP. Porque habrá que poner coto a las manipulaciones del PP, que confunde el interés de Estado con sus intereses electorales y que practica la intolerancia cuando pretende imponer el pensamiento único, en la solución del tema vasco. Pero también el PNV intentará sacar provecho de nuestra crisis, considerando que necesita un PSE-EE dócil y obediente a su pretensión de hegemonizar el país. En definitiva el debate no es si estamos con el PNV o con el PP. El reto es articular un proyecto de libertad, alternativo, capaz de sacar a la política vasca del estado de desacuerdo y superador de divisiones frentistas.

Odón Elorza es alcalde de Donostia-San Sebastián.

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