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El reflejo de Kárpov

Leontxo García

A los 14 años, el ucranio Ruslan Ponomáriov fue el gran maestro más joven de la historia del ajedrez. A los 18 es el finalista más precoz de un Campeonato del Mundo. Si lo ganase, destrozaría la marca del ruso Gari Kaspárov, quien lo hizo a los 22. Su estilo recuerda mucho al Anatoli Kárpov, otro ruso, en su juventud: sereno, gélido, extrayendo la esencia de cada posición. Habla poco, pero con ideas claras. 'No juego el Mundial juvenil porque quiero ser campeón absoluto', dijo en 1999.

Cierto promotor mediterráneo cuyo nombre no viene al caso quizá se arrepienta ahora de no haber pujado más cuando la familia de Ponomáriov se mostró dispuesta a que Ruslan viniese a España para cambiar de residencia y nacionalidad. A menudo, los portentos dejan de serlo al atravesar la adolescencia, pero no Ponomáriov. Nacido en Gorlovka y residente en Kramatorsk, su padre le enseñó a jugar a los siete años: 'Primero fue interés y luego fascinación hasta que el ajedrez se convirtió en una droga'. Logró el bronce y el oro en el Mundial sub 12 de 1994 y 1995, con 10 y 11 años, y asombró después: campeón de Europa sub 18 en 1996, con 12, y del mundo en 1997. En 1998 debutó con la selección absoluta de su país: siete puntos de nueve posibles en la Olimpiada de Elistá (Rusia). Ahora ocupa el primer puesto del escalafón sub 20 -Francisco Vallejo es el cuarto- y el 20º en el general, pero su impresionante juego le catapulta hacia mucho más arriba.

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De carácter sencillo, culto, sensato y amable, admite su similitud con Kárpov, pero puntualiza: 'Me he entrenado con él. Aunque me halaga la comparación, quiero tener mi estilo'. Se ha matriculado en la carrera de Derecho y espera hacerla compatible con su profesión de ajedrecista, que le lleva seis horas diarias.

Apoyado ahora por las autoridades ucranias y patrocinado por una empresa industrial, su opinión sobre el cisma que sufre el ajedrez -Kaspárov, el número uno, y el igualmente ruso Vladímir Krámnik, el campeón oficioso, están en guerra con la Federación Internacional- es inusualmente clara en un joven de 18 años: 'Si tuviéramos una organización fuerte, se atraería a los patrocinadores y el ajedrez sería más profesional. Acortar la duración de las partidas ha sido una buena idea. Ahora hay que mejorar las transmisiones por Internet con comentarios didácticos para el gran público. Y entonces quizá podamos entrar también en la televisión'.

En mayo de 2000 Ponomáriov hizo este vaticinio: 'Hace dos años era el 101º del mundo y ahora soy el 51º. No veo nada que me impida ser el primero en tres años'. Al paso que va, incluso podría lograrlo uno antes.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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