El Barça marca distancias

La liga ACB tiene un líder sumamente solvente. Después de su triunfo en Vitoria, Unicaja esperaba al Barcelona con la ilusión de recuperar la primacía que tuvo durante las 10 primeras jornadas del campeonato, pero el equipo de Aíto García Reneses soportó el asalto con solidez y poderío. No hay liderato compartido, sino un equipo que cada jornada amplía un dominio que, hoy por hoy, resulta incuestionable.

Desde la famosa final de 1995, el cruce entre Unicaja y Barcelona se ha convertido en un clásico. El de ayer tampoco desmereció y fue un partido sencillamente extraordinario. El rodillo del Barcelona se fundamenta en su variedad de registros y en la aportación de toda su plantilla. En el primer tiempo estuvo contra las cuerdas ante el maravilloso juego del Unicaja, más parecido al equipo directo y disfrutón de las primeras jornadas de liga, que al sufridor acuciado de lagunas mentales de las últimas semanas.

Y esas dos caras salieron anoche a la palestra. Un soberbio primer tiempo, en el que llegó a anotar 52 puntos, y una desastroso segundo periodo plagado de errores y sin ideas para romper la encomiable defensa rival (30 puntos). Hay datos significativos de la transformación: los 18 primeros tiros libres convertidos, pero sólo cinco de los siguientes 16.

El Barça se vio desbordado por la velocidad del Unicaja, sumanente concentrado y certero en todas sus acciones. Con ese ritmo, los de Bozidar Maljkovic sacaron de la pista a Dueñas (tres faltas en tres minutos) y dejaron el camino libre para que los pívots impusieran su dominio.

Gracias a los tiros triples (con el especial acierto de Jasikevicius), el Barça pudo mantener el pulso (52-46 al descanso). En la segunda parte todo fue sencillo. Aíto consiguió hacer entender a sus jugadores que obligar a Unicaja a jugar despacio es la primera clave para derrotarle. Y a ese ritmo Dueñas es eficaz. Sólo aguantó siete minutos más, pero Unicaja ya estaba desquiciado, perdía balones, seleccionaba mal sus tiros y dejaba de ser infalible. El Barça puso entonces a funcionar el rodillo, y así no hay quien tosa.