Esperando a Pallach
El mundo político homenajea al socialista Josep Pallach a los 25 años de su muerte
En Portugal existe el mito del rey Sebastián. Ya saben, un rey que era la pera, que se fue, que no volvió y que aún le esperan. Es el sebastianismo, o la espera de un personaje que, si no se hubiera ido, habría hecho que todo fuera diferente. El sebastianismo es un fenómeno muy peninsular. Es posible intuir, incluso, la existencia de dos Españas a través de su relación con el sebastianismo. Una que no añora ni necesita sebastianes y que se ve como un proyecto finalizado, y otra -últimamente, al parecer, únicamente periférica- que añora otras posibilidades de pasado y de presente. En Cataluña el sebastianismo ha adquirido su manifestación más barroca. Desde el Príncipe de Viana hasta Iván de la Peña, son muchos los personajes a los que se les supone que, de no haber desaparecido, habrían hecho de este país otra experiencia. Josep Pallach entra dentro de esa galería mítica de personajes. Quizá esto es lo que quedó claro en el transcurso de los actos de homenaje, en el cementerio de Esclanyà (Begur) y en el Teatre Municipal de Palafrugell, que se celebraron ayer en comemoración del 25º aniversario de su muerte.
Miembro de la 'quinta del biberón', impulsó el Moviment Socialista de Catalunya
'Fue valiente y, en consecuencia, honesto', afirma Jordi Pujol
Joseph Pallach (Figueres, 1920-L'Hospitalet, 1977) inició su militancia en el Bloc Obrer i Camperol, posteriormente integrado en el POUM, la izquierda sparring de los años treinta. Miembro de la quinta del biberón, luchó en el Ebro en un destacamento de castigo, castigado, al parecer, por opciones socialistas más científicas. Exiliado en Francia, finaliza estudios de pedagogía en Montpellier. Vuelve a Cataluña. Es detenido. Se escapa de la prisión de Girona. Desde el exilio impulsa el Moviment Socialista de Catalunya, organización liderada en el interior por Joan Reventós. Vuelve a Cataluña en 1969, donde compagina su carrera docente con la animación de un socialismo socialdemócrata, aprehendido en Europa, que colisiona con la lectura más extendida en el MSC. Pallach abandona el MSC y funda el Reagrupament Democràtic i Socialista (1974), el mismo año en el que el MSC se integra en Convergència Socialista de Catalunya. Dos años después Convergència Socialista desemboca en el PSC (Congrés) y el grupo de Pallach en el PSC (Reagrupament). En un momento decisivo para la evolución del PSC (Reagrupament), Pallach sufrió un infarto en Esclanyà. Girona carecía de instalaciones sanitarias especializadas -la unidad coronaria de Girona se promovió, precisamente, con motivo de la muerte de Pallach- y Pallach murió durante su traslado a Barcelona. En las elecciones de 1977, el partido de Pallach, sin Pallach, formó coalición con la entonces socialdemócrata CDC de Pujol y los liberales a palo seco de Trias. El PSC (Congrés) lo hizo con el PSOE, con el que inicia un proceso de fusión que finaliza en 1978 con la creación del Partit dels Socialistes de Catalunya.
La piedra en el zapato que aún supone Pallach ha quedado patente en dos metáforas -elaboradas una por la izquierda y otra por la derecha- relacionadas con los actos de homenaje de Esclanyà y Palafrugell. La visualización de las contradicciones que supone la presencia de Pujol en el acto sucedió en la rueda de prensa de Pujol en el Teatre Municipal. Pujol advirtió en la rueda de prensa que no aceptaría preguntas. Ni siquiera sobre Pallach. Tal vez ambos grupos de preguntas abarcaban el mismo tema y la misma contradicción. En su opinión, 'Pallach fue valiente y, en consecuencia,honesto'.
El acto del cementerio fue intimista. En el acto en el teatro hablaron Frederic Suñer, Pere Baltà, Joaquim Ferrer, Heribert Barrera y Joan Rigol. Destacaron el carisma de Pallach y la vigencia de sus ideas socialdemócrtas y catalanistas. Joaquim Nadal, gracias a Teresa Juvé, hizo una vindicación de Pallach desde el socialismo y negó que las discrepancias entre el PSC y Pallach fueran fueran el nacionalismo y la socialdemocracia. Pujol realizó una valoración parecida a la ofrecida a los periodistas, pero más larga, ancha y dramatizada. Antònia Pallach quizá sintetizó el factor problemático y sebastianista -el sebastianismo es el recuerdo melancólico, es decir, frustrado, de una cita a la que alguien, o algo, no asiste- de su padre, cuando formuló que hoy veía realizados sus ideales nacionales. Pero no los sociales.
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