Suavidad y dinamismo
Pocos coches sorprenden tanto por fuera como el Avantime. El interior, en cambio, conserva diseño y detalles del Espace (mandos, instrumentación...) y también la altura y visibilidad frontal del puesto de conducción, aunque con una postura más natural y cercana a la de los turismos, sobre todo en el volante. El conductor se siente a gusto enseguida, con todo a mano y sin tener que hacer apenas regulaciones.
Manejabilidad de turismo
La línea de monovolumen estilizado con aire de cupé se refleja también en el comportamiento dinámico. El Avantime tiene una carrocería grande y aparatosa que pesa bastante: casi dos toneladas con dos pasajeros. Sin embargo, se comporta casi como un turismo, con una buena estabilidad en todo tipo de curvas y un balanceo comedido e inferior al habitual en estos coches. Destaca su manejabilidad en zonas viradas, la precisión y fidelidad con que obedece a la dirección y el tacto suave de los mandos. El paquete se completa con unos frenos potentes y seguros, incluso en situaciones delicadas. Y con un equipo de seguridad con un ABS a la última y el ESP o control de estabilidad de serie.
Por lo demás, las suspensiones son cómodas al absorber baches pequeños, pero se muestran más secas, como si hicieran tope, en las ondulaciones de las autovías. El resultado es una conducción ágil y dinámica, pero sin alcanzar el confort de las mejores berlinas.
Potencia sin carácter
El motor 3.0 V6 es el del Espace, aunque con 210 CV en vez de 194. Pero a pesar de la potencia es uno de sus puntos mejorables porque le cuesta mover el peso: responde con pereza y poca fuerza por debajo de 2.500 vueltas. Después gana velocidad con progresividad y finura, corre bastante y ofrece buenas prestaciones para viajar (220 km/h.), gracias también a la aerodinámica y a un cambio de seis marchas que permite sacarle todo el partido. Pero no tiene el carácter que se espera de un cupé, y además el embrague es poco progresivo y hace fácil calar el motor al arrancar y maniobrar. En contrapartida resulta tan suave y silencioso que cuesta oírlo incluso en marcha.
Los consumos, como en todos los monovolúmenes, son más altos de lo deseable, y gasta también más que las berlinas de su cilindrada. Cuesta bajar de 11 litros incluso por debajo de las velocidades legales y sube a 13-14 en ciudad y conducción rápida.
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