Modernista por fuera, conceptual por dentro
LARIOS, un céntrico hotel malagueño decorado con estilo por Diego Santos
Avanzadilla de la hostelería de diseño en Málaga, el hotel Larios (antes Niza) restituye buena parte del glamour exhibido hasta la década de los noventa por su predecesor. El hotel Niza fue una gloria de la hospitalidad capitalina radicada en este mismo edificio achaflanado del casco viejo, donde la fina calle de Larios se abraza a la plaza de la Constitución. Mentidero costumbrista y literario de un barrio dominado por la evocación lorquiana del pasaje de Chinitas, el perfil manco de la catedral y el atrabiliario paseo a lo largo de la Acera de la Marina.
Modernista de un vano a otro de la fachada, utilitario y conceptual de puertas adentro, el Larios suscita hoy la atención viandante por el carácter abierto y cosmopolita que exhiben sus balcones de forja, su entalladura en chaflán, los luminosos de noche y el estilo Nickel Odeon de su cartelería comercial, en línea opuesta a lo que sugiere una casa tradicional de vecinos, de aquellas que constituían en los albores del siglo XX el habitual paisaje burguesito de la ciudad.
LARIOS
Categoría oficial: tres estrellas. Dirección: Marqués de Larios, 2. 29005 Málaga. Teléfono: 952 22 22 00. Fax: 952 22 24 07. Internet: www.hotel-larios.com. Instalaciones: garaje, sala de convenciones para 120 personas, bar, comedor. Habitaciones: 3 individuales, 31 dobles y 6 'suites'; todas con baño, calefacción, teléfono, minibar, TV vía satélite, secador de pelo y prensa diaria. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros. Precios: todo el año, 147,24 euros + 7% IVA; fin de semana, 102,17 euros + 7% IVA; doble uso individual, 81,13 euros; desayuno, 9,01 euros + 7% IVA. Tarjetas de crédito: American Express, Diners Club, MasterCard, Visa, 6000. Arquitectura ... 7 Decoración ... 7 Estado de conservación ... 7 Confortabilidad de las habitaciones ... 7 Aseos ... 6 Ambiente ... 7 Desayuno ... 6 Atención ... 8 Tranquilidad ... 7 Instalaciones ... 6
Sobre el reparo estilístico y el brillo de candilejas gravita, sin embargo, la naturaleza intrínsecamente utilitaria de un edificio afectado por el urbanismo declinante de su época. La recepción se encuentra marginada en el primer piso, como en las modestas pensiones de familia. El servicio de portería, pese a su amabilidad en el transporte de las maletas, no en todas las ocasiones se ve disponible a pie de calle. Ante la imposibilidad de aparcar en las inmediaciones, puede ser necesaria una incómoda espera hasta que el coche sea conducido a un garaje público concertado en las inmediaciones de la plaza de la Marina.
Desde el primer instante se percibe en el interior una atmósfera cool, sustentada en la levedad cromática de espejos, lámparas halógenas, moquetas ilustradas, suelos rasos y paredes pintadas de color vainilla. Una tramoya hollywoodiana reivindicada como origen y fundamento del star system de los hoteles-boutique, cada vez más explotado en las grandes capitales del diseño. No en vano la decoración de sus interiores ha corrido a cargo del malagueño Diego Santos, admirador del art déco producido en Ocean Drive (Miami) y la playa de Santa Mónica (Los Ángeles).
40 habitaciones
El hotel Larios ofrece al usuario unas instalaciones y un equipamiento de dimensiones más bien europeas. Su capacidad de alojamiento apenas alcanza unas 40 habitaciones, incluida una suite presidencial. Sin escatimar un euro en su ambientación, el mobiliario resiste al tiempo gracias a una cierta calidad y al buen mantenimiento de que hacen gala sus cuidadoras de piso. La insonorización es eficaz incluso en los días de feria, que ya es mucho demostrar en esta ciudad.
El todo Málaga se cita a media tarde en la cafetería, especialmente en los días en que se celebran actividades culturales implantadas en el calendario malacitano, como el Aula de Cultura del diario Sur. El ambiente de decoro y cierto desenfado atraen por igual a naturales y vecinos de los países fríos incluso en los meses más apacibles de la temporada baja. No se oye una castañuela en todo el salón, ni mucho menos el zumbido inoportuno de un televisor. En las zonas comunes, como en el resto de las habitaciones, priman la sencillez y la desvestida elegancia, sin otro defecto reprocha-ble que los altos precios vigentes en días laborables, habida cuenta de lo que estilan otros hoteles de su clase en la Costa del Sol.
ALREDEDORES
SALIENDO por la calle de Larios hacia la Acera de la Marina, la ciudad evoca el esplendor de otros tiempos. Los romanos plantaron sus reales en las alturas de Gibralfaro, monte desde el que se domina un amplio tramo de la costa. Los árabes construyeron una portentosa alcazaba que hoy es el recinto turístico por excelencia de Málaga. A sus pies se sitúan el Teatro Romano, la catedral (conocida por La Manquita, pues una de sus torres no llegó a construirse nunca para sufragar los gastos de la independencia norteamericana), la plaza de la Merced (cuna del pintor Picasso) y las callejas más castizas del centro.
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