La paz es cosa de niños
La Casa de América abre sus puertas a una exposición internacional de arte infantil con mensaje pacifista
'Ojalá que el mundo no tenga que esperar a que crezcamos nosotros para trabajar por la paz', con estas palabras contenidas en una misiva, un escolar marroquí saludó ayer a sus compañeros españoles reunidos en la Casa de América. La carta se leyó a primeras horas de la tarde, después de una jornada de intensa actividad, distribuida en tres talleres (de plástica, expresión corporal y música) en los que participaron más de 50 colegiales de seis a 13 años, y que culminó con una puesta en escena común que sirvió de acto inaugural de la exposición Un mundo teñido por la paz.
La muestra, que estará expuesta en la sede de la institución hasta el 22 de este mes, recoge las pinturas de alumnos y alumnas de seis colegios españoles (de las provincias de Madrid, Ceuta y Córdoba), además de las realizadas por otros niños de Marruecos y México, primera y segunda etapa, respectivamente, de esta exposición itinerante que, cuando haya concluido, en torno al final del año 2003, precisamente en nuestras antípodas, Australia, habrá paseado por los cinco continentes.
Las obras de esta muestra itinerante reflejan situaciones y entornos culturales de lo más variopinto
Paraguay, Colombia, Estados Unidos, Irlanda, Bulgaria serán, entre otras, las siguientes escalas de un ambicioso proyecto que se ha propuesto llegar a zonas calientes del planeta como Afganistán, Israel o los territorios gobernados por la Autoridad Nacional Palestina.
La idea que dio pie al proyecto surgió hace más de dos años, en el seno de un encuentro propiciado por la misma Casa de América, y en el que tres de sus participantes, las profesoras mexicanas Gloria María Abarca y Verónica Baltasar y el marroquí Saíd Bahajin decidieron contribuir de algún modo con esa corriente pedagógica del siglo XX, que se ha dado en llamar 'educación para la paz'.
Desde aquel primer embrión, la propuesta se ha ido gestando y desarrollando de manera 'igual y diferente', a la vez; como si se hiciera honor al conocido lema que los chicos corearon ayer al final de la puesta en escena ('Todos iguales, todos diferentes'). Igual porque todos los implicados pertenecen, de un modo u otro, al ámbito de la educación; y diferente, porque en él se han implicado paisajes y paisanajes tan diversos como el desierto marroquí, la selva amazónica o concentraciones urbanas de la magnitud de México DF.
Esa diversidad de origen queda perfectamente plasmada en las obras expuestas ahora en la Casa de América de Madrid. A todos los participantes se les invitó a una doble tarea, expresar en una pintura el concepto de la paz y explicar con palabras la idea contenida (unas veces, con claridad meridiana; otras, con un hermetismo casi surrealista) en su dibujo.
Evidentemente, hay coincidencias, pero son las menos. La aparición de Bin Laden en dos de los trabajos, hay que entenderla no tanto como idea recurrente, sino como 'pista' sobre la fecha en que se realizaron los dibujos, a comienzo del curso, con la retina de todo el planeta impregnada aún con el derribo de las Torres Gemelas en Nueva York.
El grueso de la obra expuesta refleja situaciones y entornos culturales de lo más variopinto; entre los paisajes de corte bucólico, realizados todos por niños de una escuela rural, y los que reflejan la situación de conflicto fronterizo (realizados por los de Ceuta, que demandan en sus trabajos 'paz en el Estrecho') median realidades distintas.
Asimismo, son distintos los planteamientos en función del género. Es fácil observar que cualquier referencia a la igualdad de sexos, asociada a una idea de paz social, ha sido realizada por chicas. Y entre los trabajos más apegados a una realidad colectiva, tampoco faltan otros (generalmente de los niños de más corta edad) de corte más intimista: 'Es mi papá y mi mamá. Mamá camina con un vestido grande junto al sol. Yo estoy en el cuarto de los colores', Evelin, seis años. O poético: 'La paz es una hermosa flor', Ahmed, nueve años).
Todas las obras hacen gala de la 'libertad creadora del niño', que la escritora y pedagoga Josefina Aldecoa resaltó ayer en su sugerente discurso inaugural, contraponiéndola a la concepción, mucho más condicionada a estereotipos del adulto.
Precisamente, ese afán porque los niños participantes se expresaran sin ser conducidos o dirigidos por un adulto, ha sido uno de los empeños de la coordinadora del proyecto, Bienvenida Sánchez, del Aula Iberoamericana (departamento dedicado a temas educativos de la Casa de América). El logro de este objetivo permite un pronóstico optimista sobre la segunda fase del proyecto Niños por el Mundo (en el que se integra la muestra), publicar un libro-catálogo con los dibujos realizados, acompañados de un estudio sobre cómo se concibe y manifiesta la paz en función de las diferencias culturales.
Aún inconcluso, el programa ha cobrado tintes de auténtica aventura para Wasima y Carmen, dos colegialas de Ceuta que viajaron durante horas el pasado jueves para llegar a tiempo a la inauguración, 'cruzamos el Estrecho en barco y luego hemos pasado seis horas en el tren para llegar a Madrid'.
El largo trayecto, sin embargo, no hizo mella en el entusiasmo de las niñas por intervenir en el taller de plástica que ayer dirigió la artista Elena Jiménez, ni en su imaginación para materializar, con cajas y pinturas, su idea de la paz en una 'paloma enamorada'.
Un mundo teñido por la paz. Casa de América. Paseo de Recoletos, 2. De martes a viernes, de 11.00 a 20.00; sábados, de 11.00 a 19.00; domingos y festivos, de 11.00 a 14.00. Entrada libre.
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