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Reportaje:

La Vall d'Aran: ¿crecer o proteger?

La sociedad aranesa se debate entre seguir alentando el fuerte crecimiento turístico de los últimos años o echar el freno para preservar su principal fuente de riqueza: el entorno natural

La construcción de viviendas, segundas residencias y hoteles se halla en plena efervescencia. Las grúas están colonizando la zona alta, donde se concentra la mayor oferta turística. En apenas un año, el valle de Arán ha pasado de 6.500 a 8.000 habitantes, la mitad de los cuales tienen su residencia en Vielha. 'Este valle está irreconocible, pero con el cambio hemos salido ganando todos', afirma un veterano ganadero, reconvertido, como muchos otros, en propietario de un negocio de hostelería en Les.

El fenómeno es fácilmente explicable si se tiene en cuenta que la construcción supone el 14% de la actividad económica y los servicios el 71%. La actividad agrícola ha quedado relegada a un exiguo 2%.

La mayoría de las segundas residencias sólo se ocupan dos semanas al año
Cuando se habla de controlar el crecimiento, todos miran hacia el imperio de Baqueira

Pero todo crecimiento tiene sus limitaciones: el 95% de los 630 kilómetros cuadrados que tiene el valle está formado por bosques y prados. Este es su atractivo. Si sigue creciendo como hasta ahora, puede matar la gallina de los huevos de oro. Por eso, las autoridades aranesas creen llegado el momento de poner coto al libertinaje urbanístico que ha imperado en las últimas décadas y que amenaza con convertir el valle en una réplica de la vecina Andorra, donde el cemento y la especulación están ganando terreno a la montaña a pasos agigantados.

El síndic de Aran, el convergente Carles Barrera, máxima autoridad del valle, asegura que ahora nadie está abusando del suelo, lo que equivale a reconocer que el daño ya está hecho. Un dato: el 65% de las viviendas construidas en los últimos años son segundas residencias que sólo están ocupadas un máximo de dos semanas al año. Sólo en Vielha se están construyendo en estos momentos seis hoteles. 'Las nuevas edificaciones están localizadas en los núcleos urbanos y no se construye nada que no esté previsto en la normativa urbanística vigente desde hace 20 años', señala Barrera. Pero las 6.650 plazas hoteleras que hay en el valle, más las 4.000 de cámping y las 16.000 de segunda residencia y apartamentos son insuficientes para satisfacer la demanda de los esquiadores que acuden a Baqueira-Beret (casi 900.000 forfaits vendidos en la pasada temporada), de modo que la presión urbanística no para de crecer.

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El control sobre las nuevas construcciones levantadas en los núcleos urbanos más importantes y en el área de influencia de Baqueira-Beret, la protección del entorno natural y la mejora de las comunicaciones (el desdoblamiento del túnel de Vielha y convertir en autovía la carretera N-230 hasta Francia) son, por este orden, los tres objetivos que se ha marcado el Conselh Generau d'Aran, institución de autogobierno recuperada en 1991.

La sociedad aranesa está enfrascada en varios debates simultáneos, pero el más intenso es sin duda el que libran los partidarios de seguir apostando por el crecimiento turístico y los que defienden que ha llegado el momento de orientar el modelo actual hacia un desarrollo más sostenible y respetuoso con el paisaje. La Vall d'Aran es una autonomía dentro de otra autonomía, pero los alcaldes no están satisfechos con el grado de autogobierno alcanzado. En la actualidad, el Conselh Generau tiene competencias traspasadas en turismo, medio ambiente, agricultura y ganadería, sanidad, enseñanza del aranés, transporte interior, transporte sanitario, bienestar social y la gestión de las residencias geriátricas y de los bomberos, pero no en urbanismo, una de las máximas aspiraciones de la institución.

Los alcaldes araneses coinciden en que las normas subsidiarias vigentes están agotadas y que ahora toca elaborar un nuevo Plan General de Urbanismo que permita planificar el crecimiento del valle en los próximos 25 años. Barrera opina que ello debería comportar la creación de un gabinete técnico que sustituya las funciones que ahora está desempeñando la Comisión Provincial de Urbanismo.

Aquí, cuando se habla de controlar el crecimiento urbanístico todos miran hacia el imperio de Baqueira-Beret, un complejo que ha generado mucha riqueza y también numerosos desequilibrios. A menudo se le acusa de haber sido poco cuidadoso con el paisaje y de haberse aprovechado de la política de parcheo de la Generalitat en materia urbanística.

Los sucesivos proyectos de expansión de la estación de esquí son vistos con recelo por los grupos ecologistas y sectores progresistas del valle. Todos aceptan que Baqueira-Beret tiene derecho a crecer y a ampliar sus instalaciones, pero no a cualquier precio. El Plan General de Interés Turístico Nacional, aprobado en la época del ex ministro franquista Manuel Fraga, le otorgó la posibilidad de construir 22.000 plazas hoteleras en las montañas del Pla de Beret y de Orri, en la cota 1.900, pero el proyecto ha sido vetado por el Ayuntamiento de Naut Aran. Ante este revés, los responsables de la estación han renunciado a la macrourbanización a cambio de que se le permita edificar en el valle de Ruda, en la cota 1.500, a pie de pistas.

En este lugar, la empresa prevé construir más de 3.000 nuevas plazas hoteleras y de segunda residencia, un aparcamiento subterráneo para 1.450 vehículos, un telesilla y una zona comercial de 20.000 metros cuadrados. El síndic Barrera afirma que con esta actuación quedará completado el crecimiento en esa zona y no se podrá plantear otra actuación hasta que esté en vigor una nueva normativa urbanística. Pero la oposición y el municipio de Vielha desconfían de un proyecto que se ha llevado con cierto ocultismo y que aún no ha salido a exposición pública.

'No estamos en contra de que la estación crezca, pero creemos que debería elaborarse un plan estratégico que defina los límites de cualquier crecimiento desde la perspectiva de la oferta y la demanda', explica el diputado socialista Francesc Boya, que propone crecer más en calidad que en cantidad y buscar fórmulas de desarrollo que no dependan sólo del turismo: 'Se trata de escoger entre dos modelos, el especulativo o el sostenible', dice.

Mientras tanto, la estación pretende ampliar la superficie esquiable hacia la zona de Bagergue, a la izquierda del Pla de Beret, y hacia la comarca vecina del Pallars Sobirà, al otro lado del puerto de la Bonaigua. Éste es un proyecto ambicioso al que se oponen con fuerza entidades ecologistas y excursionistas. Además, la Generalitat ha reducido a más de la mitad la propuesta inicial de ampliación para salvaguardar espacios protegidos de interés natural como el valle de Àrreu. Desde el de Aran se ve con buenos ojos que la estación desembarque en el Pallars Sobirà porque así se descongestionarán los accesos por Vielha y al mismo tiempo se dará vida a esa comarca.

Pero si en materia de la planificación urbanística existe desconcierto, también lo hay a la hora de definir el modelo de protección medioambiental de un territorio que tiene el 53% de su superficie calificado como espacio de interés natural. El debate ha coincidido con diferentes propuestas que persiguen el mismo objetivo: la creación del parque natural del Alt Pirineu por parte de la Generalitat, la inclusión en la red europea Natura 2000 y el parque natural de Aran que propone el valle.

Algunas voces más críticas consideran que el crecimiento turístico no es compatible con la protección del paisaje. Pero la mayoría de los alcaldes del valle defienden la propuesta del Conselh Generau de crear un gran parque que incluya el 80% del territorio aranés al margen de las otras dos figuras de protección previstas por la Generalitat y la Unión Europea. Consideran una injerencia que las demás administraciones decidan en esta cuestión. Quieren tener voz y voto y de momento no se les ha dado ni una cosa ni la otra. 'Queremos formar parte del parque que impulsa la Generalitat siempre que tengamos nuestro propio órgano gestor con capacidad de decisión. Queremos ser socios, no invitados', afirma Barrera, quien advierte que si no se acepta esta condición, pedirá que las 6.504 hectáreas que la Generalitat tiene previsto incluir en ese parque queden excluidas. 'Entonces', añade, 'impulsaríamos nuestro parque, porque la ley nos lo permite y porque socialmente no habría ningún rechazo, ya que todos los aprovechamientos tradicionales de los araneses como pastos, madera, caza, pesca y esquí estarían autorizados en la normativa de nuestro parque natural'. Desde el partido Unitat d'Aran, de ideología afín al PSC, se reclama un referéndum sobre esta cuestión.

El alcalde de Les y miembro de esta formación, Emili Medan, quiere que se cuente con la opinión de los ayuntamientos: 'La Generalitat ha vuelto a colarnos un gol, y sin consultar con el territorio, lo cual no es una novedad, ha decidido incluir los espacios PEIN en la red Natura 2000. Es un atentado contra la soberanía municipal y estamos dispuestos a ir al contencioso. No estamos contra la protección del entorno natural, sino a que se haga desde fuera con una visión urbanita'.

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