Un marroquí muere en Salou de un tiro en la cabeza al salir de un bar en año nuevo

Un hombre marroquí murió de un disparo a la salida de una discoteca after-hours de Salou (Tarragona), a la una de la tarde del pasado martes, cuando la víctima todavía celebraba con unos amigos la entrada al nuevo año. Fuentes de la investigación aseguran que tienen identificado al agresor, vecino de una población de la zona, y creen que la policía podrá detenerlo en breve plazo. Los investigadores todavía no han esclarecido cómo ocurrió el crimen y no descartan el móvil xenófobo.

La identidad del marroquí, de entre 25 y 30 años, vecino de Cambrils y con permiso de residencia, no ha trascendido, ya que el titular del juzgado de instrucción número 9 de Tarragona decretó el secreto de sumario. Según los primeros indicios la víctima llegó al pub Zurich, de la calle de Bruselas de Salou junto con su hermano y unos amigos para acabar de celebrar, ya por la mañana, la entrada del nuevo año. Según los agentes encargados de la investigación, el joven estuvo charlando sin problemas durante mucho tiempo con el que después se convertiría supuestamente en su agresor, de nacionalidad española.

Sí conocen, según la versión de los testigos interrogados, que ambos habían bebido mucho, que alrededor de la una de la tarde ambos salieron a la calle, donde el joven marroquí recibió un disparo en la cabeza, sin que mediara una pelea previa. El hermano de la víctima recibió un golpe en la boca cuando trató de intervenir.

Un turismo azul

El agresor huyó del lugar de los hechos inmediatamente después junto con dos acompañantes en un turismo de color azul eléctrico, según explicaron vecinos y testigos del suceso. La policía tiene identificado al agresor, que carece de antecedentes.

Los vecinos de la calle de Bruselas explicaron ayer que éste no es el primer incidente ocurrido en el local y que incluso habían llegado a recoger firmas para acabar con el ruido del bar, que abre a las seis de la mañana.

Además, no está registrado como discoteca, sino como bar convencional. La conflictividad del establecimiento, precintado desde el suceso, ha llevado a un constante cambio de dueños en los últimos tres años.