Archivo en Marbella
Acabo de leer con verdadero asombro la decisión de la Juez del numero 3 de Marbella por la que declara archivado el asunto sobre la desaparición de los sumarios de la sede judicial de la localidad. Asombro es una palabra suave para lo que realmente siente uno. Quizás vergüenza, pudibundez, turbación, sonrojo, bochorno y no sé cuántas otras adjetivaciones más. Con cosas como éstas la credibilidad en la equidad de la justicia queda en entredicho. Justicia y dureza para el que roba un casete de un auto e impunidad para el que manda robar sus expedientes. No es posible tal desatino. ¿Dónde queda el respeto a los derechos de los honrados? ¿Cómo se sienten todos aquellos que injustamente han sido procesados por la justicia y en algunos casos hasta condenados? ¿Qué pensarán todos esos cargos públicos respetuosos con las normas y con las leyes, que no pueden hacer frente a la nómina de sus trabajadores municipales y por lo tanto no pueden enlosar de mármol sus avenidas? Pero mantienen su standard de zona verde, pagan a Hacienda y cotizan a la Seguridad Social.
Hoy todos ellos se sentirán un poco mas incómodos y menos confiados en las decisiones de los jueces y ¿tal vez alguno se plantee si ese terreno de zona verde no admitiría un PAU, un PERI, o cualquier otra forma de actuación urbanística que deje fondos para su municipio y pueda hacer frente a las obligaciones ineludibles, si, a fin de cuentas, si le denuncian y le procesan, su expediente puede perderse, o desaparecer...? ¿O el suyo no desaparece y será condenado como mínimo a una inhabilitación eterna? Es posible que sí.
Flaco favor hacen a la justicia algunos de los que tienen la obligación de aplicarla. El último reducto que le queda al ciudadano honesto es la confianza en la justicia, piensa que cuando alguien provoque un desaguisado, la Ley actuara con mesura, pero también con contundencia, y eso hará que otros se lo piensen dos veces. Pero ese reducto recóndito se va poco a poco evaporando.
No acaba uno de creérselo pero le viene a la memoria un fragmento de una obra del Siglo de Oro: 'Si acaso doblares la bara de la justicia, no creas que es por el peso de la Dádiva sino por el de la misericordia'. No habrá dádiva, no habrá misericordia, pero quizás tampoco haya justicia. Solo nos queda la frase de Pitágoras como consuelo: 'Consuélate de soportar injusticias: la verdadera desgracia consiste en cometerlas'. Ojalá sea así.
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