El Ejército guarda silencio

El país toca fondo y nadie piensa en ellos. Cuando les recuerdan es para incluirles en los insultos. La desobediencia civil a los líderes políticos es manifiesta y ellos no abren la boca. Alertas, en sus cuarteles, las Fuerzas Armadas argentinas callan y esperan órdenes 'impartidas por las autoridades legales y ratificadas por el Pleno del Congreso' antes de intervenir. Horacio Jaunarena, el ex ministro de Defensa del Gobierno que encabezaba hasta hace 15 días el ex presidente Fernando de la Rúa, elaboró, junto con los altos mandos, un 'plan de contingencia' para que unos 10.000 soldados refuercen en pocas horas la protección de 'objetivos estratégicos', como la sede del Congreso, la Casa Rosada, las centrales hidroeléctricas y nucleares y el patrimonio público.

En ese momento, los jefes militares le reclamaron al ministro 'un decreto presidencial ratificado por el Congreso'. Una fuente militar aseguró ayer a EL PAÍS que 'en estos días se habló a favor y en contra de una intervención militar, pero nunca como ahora hubo tanta convicción democrática entre los oficiales en activo, todos aprendieron la lección y nadie quiere salir a la calle sin una orden legal, y menos para reprimir'. La 'preocupación' militar se debe únicamente a si será ratificado o no el decreto que De la Rúa firmó antes de dimitir, por el que se impone la doctrina de rechazar cualquier petición de detención de ex represores con vistas a la extradición que formule un tribunal extranjero. La resolución del caso Astiz, el ex marino detenido a solicitud de un tribunal sueco, que le acusa de secuestro y asesinato de una joven en 1977, servirá ahora para fijar la posición del nuevo Gobierno argentino.