Muchos, jóvenes y buenos
El año 2001 ha sido de gran producción flamenca. Y de notable calidad media, con significativa presencia de cantaores jóvenes cuya obra grabada comienza a ser importante: Estrella Morente, Cigala, Arcángel, Marina Heredia... Y Miguel Poveda, cuyo disco de ese año, Zaguán (Harmonia Mundi), revela a un cantaor jondo en plenitud. En él, Poveda recurre a las virtudes que siempre han sido patentes en su carrera -desde 1993, cuando ganó la Lámpara Minera-, es decir, rigor, jondura y afán perfeccionista. Sus querencias ya reconocidas, Caracol (el pregón de El uvero) y las bulerías de Jerez, entre otras, también están aquí.
La guitarra se halla igualmente en un momento de brillantez, lo que no es sorprendente. El disco Yerbagüena (Nuevos Medios) de Pepe Habichuela es modélico en cierto modo. Además de la excelentísima música del guitarrista, quien por soleá y por siguiriyas se aúpa a cumbres casi inaccesibles de belleza, se halla en esta grabación la música del grupo oriental The Bollywood Strings, que aporta sobre todo una especialísima sensibilidad. No vamos a entrar en la polémica cuestión de las fusiones en el flamenco, pero lo cierto es que prácticamente todos los tocaores hoy, incluidos los más grandes, se implican en este tipo de experiencias.
Y ya que hablamos de fusiones, Verde y Negro. Mi música, tu sangre (Bat Discos) nos trae un encuentro entre el flamenco y el gospell realmente espectacular. Artistas flamencos y dominicanos se integran en interpretaciones de enorme originalidad y sugestión, en las que son factores imprescindibles los coros de la Hermandad del Dulce Nombre, andaluz, y Chekinah Choir, dominicano. Los cantes y cantos de temas muy conocidos nos llegan en versiones maestras.
Raimundo Amador, Mercé, Rocío Jurado, Manzanita y una Chonchi Heredia sensacional, por parte nuestra.
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