Un caso repetido
La normativa que regula el empleo de sopletes de acetileno (soldadura autógena) es muy amplia. El uso de estas herramientas está regulado por el Real Decreto 1627/1997, en el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en las obras de construcción. Además, diversos documentos y órdenes del Ministerio de Trabajo especifican aún más su utilización.
Las normas estatales prohíben, por ejemplo, los trabajos de soldadura y corte 'en locales donde se almacenen materiales inflamables y combustibles, donde exista riesgo de explosión'.
También está prohibido utilizar este tipo de soldadura 'en el interior de recipientes que hayan contenido sustancias inflamables'.
Aconseja el documento que para trabajar en recipientes que hayan contenido sustancias explosivas o inflamables 'se debe limpiar con agua caliente y desgasificar con vapor de agua, por ejemplo', y que 'se compruebe con la ayuda de un medidor de atmósferas peligrosas (explosímetro) la ausencia total de gases'.
Por último, se debe 'evitar que las chispas producidas por el soplete alcancen o caigan sobre las botellas, mangueras o líquidos inflamables'.
El documento igualmente asesora que para extinguir este tipo de incendios 'no se debe utilizar agua, sino extintores de nieve carbónica o polvo'.
Aun así, el fuego de los sopletes ha devorado, en menos de un año y medio, junto a la fábrica Campocarne de Rivas-Vaciamadrid, el Palacio de Deportes de la Comunidad, en pleno centro de la capital, y 16 chalés de una urbanización de Las Rozas, en junio de 2000.
En el incendio de la nave de Campocarne en Rivas, la Guardia Civil sostiene que la fuente inflamable cerca del soplete fueron unas planchas de poliuretano y que el fuego se transportó al resto de la nave por los conductos del aire acondicionado. En el siniestro de los 16 chalés de Las Rozas, según los informes de los peritos de la Comunidad, el fuego se originó porque a un operario se le incendió, a causa del soplete que utilizaba, la tela asfáltica que se extendía sobre el tejado e intentó apagarla con dos cubos de agua.
En junio de este año, el Palacio de los Deportes de Madrid también fue pasto de las llamas. Tres operarios de la empresa Ipama trabajaban en la cubierta de este edificio construido hace 40 años. Uno de ellos se resbaló y se le cayó el soplete. La llama comenzó a quemar la chapa de madera y la tela que recubre la parte interna de la techumbre del pabellón.
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