'Mesías' arrollador
Lo propio de las navidades, además de los turrones y el champaña, es escuchar ininterrumpidamente El Mesías de Händel ('¡Ah-leluya!, ¡Aleluya, Aleluya!'), en las misas cantadas, en la radio, en la interpretación de Santa Maria del Mar, o en 'El Mesías' participativo que anteayer se celebró en el Palau de la Música, organizado por La Caixa, por sexto año consecutivo. 'El Mesías' participativo es esa interpretación del oratorio más célebre de todos los tiempos a cargo de un director, orquesta y coros de prestigio internacional establecido, a la que se suman algunos coros de Cataluña y todos los melómanos que lo deseen y acrediten un mínimo de conocimientos musicales y capacidad para leer la partitura, y que se distribuyen por voces en los laterales de los pisos primero y segundo del Palau, rodeando con un avasallador muro de sonido la platea, en la que se sientan unos cuantos prohombres de la economía, la política y demás.
Sexto año de 'El Mesías participativo' de Händel en el Palau. Christophers hizo vibrar la partitura
Esta tradición del 'Messiah' sing-along, largamente asentada en el Royal Albert Hall de Londres o en el Concert Hall de Nueva York, donde se viene celebrando desde hace 25 años y cantan prácticamente todos los asistentes (el aforo es de más de 2.000 personas), se ha arraigado ya en Barcelona, donde se canta desde hace seis años -¡otra rutina estupenda!-, y desde donde se va contagiado a otras ciudades españolas, empezando por Sevilla -donde se canta ahora por segunda vez- y Bilbao.
La convocatoria barcelonesa reúne a cerca de 500 voces profesionales y aficionadas. El pasado miércoles incluyó a los 26 estudiantes de la Cor Aurica de Badalona, la Lieder Camera de Sabadell y la Coral Sant Jordi, además de los participantes espontáneos, que han venido ensayando para la ocasión en una serie de sesiones de domingo, rematadas el pasado fin de semana por un ensayo general en el auditorio de Sant Cugat del Vallès.
Media hora antes de las ocho de la tarde los alrededores del Palau hierven de cantantes aficionados, que se reconocen y se animan:
No te vi el año pasado', se extraña María, de Sabadell, al encontrarse en las escaleras con Dolors, de Barcelona, que se explica: 'Es que el año pasado no vine', y mientras avanzan hacia los asientos de las contraltos, va desgranando las complicaciones de salud que le impidieron participar en la efeméride anual. Otras -en su inmensa mayoría los participantes son mujeres- repasan las incidencias de las anteriores convocatorias, siempre felices: 'El primer año fue el más divertido', recapitula María. Ese año de tanteo, 1995, el control de la descomunal masa sonora fue confiado a Edmon Colomer, al frente de la sinfónica de Barcelona. Quizá María lo recuerde como el más divertido porque Colomer es de aquí y los aficionados le sentían más cercano, o porque, al no haber precedentes, no sentían tanto el peso de la responsabilidad. Pero al siguiente año vino Trevor Pinnock con la orquesta y el coro de The English Consort, con la orquesta reducida propia de la época en que Händel compuso el oratorio, en 15 felices días del verano de 1741. Pinnock nunca había tenido que controlar a un coro tan grande y diverso, de profesionales y aficionados, esparcido por el anfiteatro y al que por consiguiente ni siquiera podría ver desde su atril, de manera que apretó un poco más las tuercas del rigor. Han seguido apretadas desde entonces.
Durante las tres horas del concierto, el Palau se mantendrá in fior y con las luces encendidas para que los participantes puedan seguir la partitura. Este año lleva las riendas Harry Christophers con su orquesta The Sixteen, una extraordinaria formación británica que suele acompañarse con la orquesta The Simphony of Harmony and Invention. Esta orquesta utiliza, como ya es habitual, los instrumentos réplica de los antiguos, más delicados y con un diapasón más bajo, las difíciles trompetas sin pistones con las que hay que modular el sonido con el labio, los violines de cuerdas de tripa que se desafinan fácilmente e imponen dos o tres pausas, etcétera. Cuando Christophers irrumpe con paso elástico en el escenario, Dolors, que no ha asistido al ensayo general, estruja su partitura; ella venía decidida a cantar, pero se acobardará al comprobar que el director confía ciertas frases a The Sixteen, y otras al coro al completo. La pobre nunca sabe si puede entrar o no.
La hora de la verdad: por encima de la salva de aplausos dominan las toses desesperadas, el rumor estruendoso de las páginas que se pasan nerviosamente, y hasta la inquieta respiración del monstruo de 500 cabezas. Las sopranos parecen más decididas, las contraltos más tímidas y retraídas, pero todas y todos suenan estupendos desde el primer coro, que apropiadamente dice: 'La gloria del Señor será revelada, y toda la carne lo verá a un tiempo, porque ha hablado la boca del Señor'. María es de las tranquilas, va sobrada, asistió al ensayo general y en el descanso nos susurra maravillas de Christophers: 'Es muy musical. Transmite entusiasmo, sabe aglutinar a todo el mundo, es muy gesticulador y expresivo, pero se mantiene siempre en su sitio'. Sí, y parece que ha tachado de su partitura la palabra moderato. Su Mesías es acelerado, entusiasta, arrollador, divertidísimo. Y también valiente: qué fácil hubiera sido que se le escapase de las manos el complicado 'Amén' final. Pero salió redondo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.