El Athletic gana con calma
El Salamanca no dio señales de vida en Bilbao y cayó sin oponer resistencia
Athletic y Salamanca especularon 45 minutos hasta que cayó la bolsa. Quien más tenía, el Athletic, puso en juego sus ahorros y desequilibró una eliminatoria que apenas tuvo momentos de incertidumbre. El Salamanca no arriesgó y se fue con los bolsillos vacíos. Cada cual en su papel, asumiendo su lugar.
Por incapacidad, del Salamanca; por soberanía, del Athletic, por inseguridad, de ambos, no había en San Mamés mucho partido. Ni el embrujo de la Copa del Rey, siempre bienvenida en San Mamés, calentaba un partido frío y plano, que alcanzaba, cuando más, la condición de un espasmo. Ahora un cabezazo de Julen Guerrero, luego un tiro alto de Makukula, mucho más tarde un remate pifiado de Joseba Etxeberria. Entretanto, lo previsible: el Salamanca empeñado en retener el balón, con tanto arte como horizontalidad, y el Athletic decidido a profundizar con más velocidad que acierto. Fútbol lleno de intenciones, pero falto de resolución. Uno de esos partidos llenos de detalles de buen gusto, pero que no conmueven al auditorio.
ATHLETIC 2| SALAMANCA 0
Athletic: Aranzubia; Javi González, Lacruz, Murillo, Larrazabal; Urrutia (Carlos García, m. 79), Orbaiz; Joseba Etxeberria, Guerrero, Yeste (Tiko, m. 80); y Urzaiz (Ezquerro, m. 72). Salamanca: Stelea; Chupri, Juanpa, Quique Medina, Ismael; Raúl Gañán, Redero (Mutiu, m. 70), Mario (Marinescu, m. 60), Tomás (Nan Ribera, m. 60); Robert y Makukula. Goles: 1-0. M. 46. Combinación entre Etxeberria y Urzaiz, que asiste con un pase interior a Guerrero, quien, en posición legal, por el despiste de Ismael, bate a Stelea. 2-0. Balón en profundidad de Urzaiz a Yeste, que arranca en fuera de juego y bate a Stelea con un tiro suave y colocado. Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Raúl Gañán. 35.000 espectadores en San Mamés.
Se jugaba a un gol. El Salamanca con la paciencia que da la humildad, a base de toquetear el balón, en busca de un desmarque fugaz, pero sin pisar el área con demasiada intención. Más bien con muy poca intención y de forma tímida. Makukula, su hombre gol, era un habitual del medio campo en busca de un balón que no llegaba a sus dominios. El equipo de Balta se iba sumiendo en un ejercicio estético que apenas se olvidaba tras una mirada. El Athletic circulaba por una autopista: a fuerte velocidad, sin mucha precisión, pero con la voracidad que le exigía su jerarquía. Javi González era un segundo extremo, Guerrero un segundo delantero centro, Yeste un amago.
La actitud le proporcionó al Athetic la gestión del peligro: más ataque, una fuerte dosis de perseverancia, pero demasiadas lagunas en el último pase. En cierto modo el Athletic era preso del afán de elaboración. En toda la primera mitad, no realizó un solo tiro a puerta, empeñado en combinar hasta la raya de gol.
Paciencia y fe
La perseverancia tuvo su premio. Una combinación a tres bandas, recién salidos del vestuario, acabó con el balón en los pies de Guerrero, en el punto de penalti y en la red, el gol irremediable del Athletic. Paciencia y fe son los argumentos prioritarios de Jupp Heynckes y el Athletic los cumplió ayer a pies juntillas: jugando a ratos, creyendo siempre en sí mismo. El equilibrio futbolístico se lo daban dos jugadores que nunca pierden el sitio ni la cabeza: Orbaiz y Urrutia son como dos relojes en hora y el Salamanca, empeñado en el balón, los desatendió en exceso. Ahí nació todo. El resto pertenecía a las habilidades particulares de Urzaiz o a la geometría de Guerrero.
Del Salamanca hubo, en la segunda mitad, menos noticias que en la primera. Ni un asomo de coraje o de rabia, de darlo todo por perdido para ganarlo todo. Se había desgastado en una inopinada remontada al amparo del frío de su terreno de juego. Mucho academicismo, pero como toda lección aprendida, demasiado previsible. Así que el Athletic creció sin esfuerzo y sin apuros. Ocasiones, goles, tranquilidad y a otra cosa. No había oponente. No había partido.
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