"Un equipo de listos"
Alberto, el portero de la Real Sociedad, lo paró todo. Todo menos un despeje mal dirigido de su compañero Kvarme, raso, una pelota despistada. Todo menos un gol imposible, sin ángulo, que le coló Raúl por debajo de las piernas. Todo menos un penalti.
'El primer gol del Madrid, el del empate, ha sido una jugada desafortunada', aducía el técnico de la Real Sociedad, John Toshack. 'El segundo ha sido una jugada de inteligentes, de pillos. Éste es un Madrid muy inteligente', continuaba el galés el relato que versaba sobre la mala fortuna de su equipo en el estadio Bernabéu. 'Y el penalti... Pues... eso, un penalti', concluía Toshack su particular explicación, la galería de desdichas que hundieron a los suyos.
No resultó sorprendente que Vicente del Bosque, el preparador del Madrid, estuviera de acuerdo en casi todo: 'Tuvimos suerte en el empate nuestro en el último minuto de la primera mitad', concedió. Figo repitió la letanía: 'Tuvimos suerte'. Y Raúl también reforzó la tesis de Toshack al calificar su tanto, el segundo de los blancos, como un gol propio 'de listos'.
El gol que tanta unanimidad concentró en los análisis de los jugadores y los técnicos, el del empate del Madrid, fue uno de ésos que piadosamente se suelen llamar 'tontos'. Un balón que daba vueltas lento y cansino sobre su diámetro después de que el central de la Real, el noruego Kvarme, lo tratase de alejar de su portería, lo que hizo sencillamente fatal, tras interceptar un envío de Raúl hacia la carrera de Roberto Carlos. Un gol tonto en propia meta justamente en el momento en el que el árbitro iba a anunciar con su silbato que los primeros 45 minutos ya se habían acabado.
Pero antes de que la fortuna volteara el partido definitivamente con la picardía de Raúl, que desde la línea de fondo y tras un saque de banda de Morientes, le coló bajo las piernas el balón a un defensor de la Real y al desdichado Alberto, el Madrid, fabricante al por mayor de ocasiones durante el primer tiempo, tuvo que oír los pitos de su impaciente hinchada porque su prodigalidad se quedó sin premio hasta que Alberto, que hizo un puñado de magníficas paradas, comenzó su particular carrusel de fatídicos, absurdos, fallos, que fueron aprovechados por el que Toshack definió como 'un equipo de listos'.
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