Disfunción eréctil
La no existencia de impuestos indirectos no exime de pagarlos. Estemos seguros de que Aznar, funcionario de Hacienda, conoce bien la nomenclatura, que ha perfeccionado en su cargo omnipotente, y si dice a Zapatero que no hay impuestos indirectos, es que no los hay. Se llamarán de otra manera. Al lenguaje le pasa lo que a las leyes: un gobernante agudo, incluso romo, hace lo que quiera. Lo que no conviene cambia de nombre. Oí a la sexóloga de cabecera Lorena Berdún (Los 40 principales) decir que 'impotencia' era palabra molesta, fea: se dice 'disfunción eréctil'. En Lanzarote, en una mesa junto a la mía, se reunían miembros -¡qué palabra más equívoca en este tema!- de un congreso sobre 'disfunción eréctil' y les oí explicar cómo en un pueblo de Córdoba realizan una 'operación piloto' sobre tal disfunción. Sería tema para una película de Berlanga.
Los nuevos precios que cobra el Gobierno por la gasolina y otros combustibles no son impuestos indirectos ni nada: una manera de ayudar a la sanidad. El Estado de bienestar es así, y no sé si la expresión 'Estado de bienestar' se puede usar: se ha proclamado que ya no existe. Algo hablé de ello con la admirable y querida Carmen Romero, que tuvo la generosidad de presentar un libro mío: se extrañó de que yo hubiese escrito que 'el Estado de bienestar viene del equilibrio del terror': un fruto de mi simplicidad. Quería decir que el enfrentamiento del sistema capitalista y el socialista obligó al capitalismo a hacer mejoras sociales en Occidente y ayudas a los países pobres para que no cayesen en la tentación comunista; caído el comunismo, el capitalismo cambió su ayuda por bombas (a veces las mezcla) y hoy está ganando un par de guerras: Palestina, Afganistán. Cosas que a quien escribe le parecen sencillas, pero resultan muy complejas para los que piensan más en la política.
Incluso un compañero mío, Alfonso Rojo, dijo en la radio hace unas noches que no se debía llevar 'ayuda humanitaria' a ese país: 'que se coman a sus mujeres y sus hijas', explicaba. Hace tiempo que dudo de la objetividad del periodismo; ya, casi nada. Ejemplo de falta de objetividad, pérdida de la neutralidad, posición personal, soy yo mismo.
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