A la luna de Vallecas

Iba ayer la cosa por la luna. Y alguna señoría andaba en ella. El socialista Óscar Iglesias inquiría en la sesión de preguntas de la Asamblea de Madrid por la opinión del Gobierno regional sobre los alunizajes.

Y le salió el consejero de Medio Ambiente, Pedro Calvo -irónico pero obvio-, leyéndole la definición que hace el diccionario sobre tal palabra: lo de la nave espacial, el astronauta y la luna. Será cierto lo que dijo Maqroll el Gaviero en la pluma de Álvaro Mutis, último premio Cervantes: 'La palabra, ya, en sí, es un engaño, una trampa que encubre, disfraza y sepulta el edificio de nuestros sueños y verdades'.

Porque Iglesias no utilizaba esa palabra para preguntar por eso. Él se refería a los sistemas de robos en comercios estrellando un coche contra la luna de los escaparates. Y lo hizo bien. En esta ocasión no entró en si era o no competencia del Gobierno regional. El parlamentario socialista exigió que se tomaran medidas políticas para abordar el problema de las bandas juveniles, cada vez más agresivas, que han convertido en su profesión la delincuencia.

No son cosas de broma, vino a decirle. Y debe ser un problema de policía y medios cuando las fuerzas de seguridad se quejan de que poco pueden hacer con lo que tienen. Y cuando los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra.

Pero lo del alunizaje tuvo éxito, porque luego el diputado del PSOE Adolfo Navarro agarró y acusó al consejero de Educación, Carlos Mayor Oreja, y a todo el Gobierno del PP de estar 'aLOUcinados' -¿lo cogen?- y de pasar de ser el Capitán Trueno a Harry Potter. Cosa que si no venía mucho a cuento, al menos dio actualidad a la pregunta. Potter o Trueno, lo cierto es que el consejero aguantó el tirón y resistió una batería de preguntas de Franco González (IU) y de María Dolores Rodríguez Gabuccio (PSOE) sobre la Ley Orgánica de Universidades. Si no aclaró las cosas, al menos las recibió con generoso pecho. Lo que siempre es de agradecer.