Pujol busca la complicidad de empresarios y académicos

Jordi Pujol recupera el pulso ante las élites catalanas. En el curso de una cena celebrada el pasado martes en el Palau de la Generalitat, el presidente del Ejecutivo catalán pidió a los miembros de la junta del Círculo de Economía orientaciones y prioridades para trasladarlas a su obra de gobierno. El líder nacionalista retomó su mejor talante de hombre de Estado al manifestar, sin reservas, que está de acuerdo en el contenido del documento del Círculo, que preside Salvador Gabarró, sobre el modelo de crecimiento español, basado en Madrid como principal eje de crecimiento.

En un momento de la cena, celebrada en el Saló Daurat de la sede de la Generalitat, en la plaza de Sant Jaume, y presidida por un retrato de la familia real española, Pujol tomo del brazo a Gabarró para comentar en tono coloquial: 'Ya ve que las cosas van bastante bien, casi como en su empresa, Roca Radiadores. Y por cierto, ¿qué fabrican ustedes?'. 'Sanitarios de cerámica', respondió Gabarró. 'O sea, váteres', dijo el presidente.

Gabarró, que a juicio de los asistentes realizó una intervención brillante -en desquite de la noche triste en que se convirtió la cena con José María Aznar en el IESE, el pasado 27 de noviembre-, puntualizó que el polémico documento del Círculo titulado El papel del Estado en el mantenimiento del equilibrio económico territorial en España no pretende entrar en las socorridas comparaciones entre Barcelona y Madrid, sino 'enmarcar las ineficiencias del modelo radial de crecimiento español'.

Flanqueando al presidente de la Generalitat, el conseller en cap, Artur Mas, y los titulares de Economía, Francesc Homs, y Universidades, Andreu Mas-Colell, dedicaron sus intervenciones a los agravios comparativos que sufre Cataluña. Fue entonces cuando Pujol fracturó la reunión desautorizando cariñosamente a su equipo para mostrar su talla de líder y su capacidad para entender el lenguaje de los emprendedores, al estilo de los business oriented en el mundo político anglosajón.

La cena, pues, tuvo dos partes: la primera, salpicada de parabienes y lamentaciones; la segunda, marcada por la ruptura de Pujol. En la recta final de la reunión, el presidente llegó a la autocrítica al analizar la pérdida de poder económico de Cataluña. Lo hizo de forma muy visible, con ejemplos ilustrativos, como el desmantelamiento de Fecsa, las vejaciones de AENA al aeropuerto de El Prat y la eterna discusión del AVE. En este punto, Pujol encontró a uno de los interlocutores más brillantes de la cena: Antoni Brufau. El director general del Grupo La Caixa entabló con el presidente un elegante cara a cara sobre la naturaleza del poder económico y sus intersecciones deseables con el poder político. El patrón de Planeta, José Manuel Lara, fue el encargado de responder a la preocupación de Pujol por la escasa influencia de los empresarios catalanes en la CEOE (véase EL PAÍS de ayer).

Por su parte, Artur Mas reiteró la idea de su jefe de filas al invitar a los empresarios a 'dibujar conjuntamente el futuro de Cataluña' en una conferencia organizada ayer por el Círculo. Mas señaló que analizar conjuntamente los errores 'es un síntoma de fortaleza'.