Era blanco, pero da igual
Consideremos el caso de una ciudadana madrileña que recibe de su Ayuntamiento una notificación de denuncia y sanción por estacionamiento indebido un cierto día a la 1.30 de la madrugada. Imaginemos que la ciudadana, que tal día y a esa hora dormía plácidamente en su domicilio familiar, alega repetidamente, ante las sucesivas comunicaciones del Ayuntamiento, que la denuncia, que presenta enmiendas, cita un automóvil rojo, y que el suyo es blanco.
Admitamos que los recursos en dichos términos no merecen otra respuesta que nuevas notificaciones en las que única y reiterativamente se dice que la versión del agente de la Policía Municipal se considera probatoria (?). Supongamos que la ciudadana recurre, decidida a no dejarse atropellar, al contencioso-administrativo. Aceptemos que el Ayuntamiento no atiende la primera citación, y que su representante en la segunda arguye que, pese a los errores de la denuncia, lo 'sustancial', que el automóvil en cuestión es el que pertenece a la ciudadana, queda probado (!). Digamos que el Ayuntamiento pierde el contencioso, pero que no se le imponen las costas porque no se aprecia temeridad en su actuación.
Conclusiones del anterior conjunto de hipótesis: el Ayuntamiento de Madrid no tiene el menor interés en sancionar con justicia, sino que simplemente presiona a los ciudadanos, independientemente del caso, a sabiendas de que resulta más económico para éstos pagar una multa, así sea injusta, que hacer frente a los gastos de un contencioso. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento alardea en medios de comunicación de masas de ir a por todas en la ejecución de estas sanciones. Así, el Ayuntamiento prefiere la 'eficacia' (?) sancionadora a la justicia.
Las hipótesis expuestas corresponden a un caso real. ¿Puede el señor alcalde, o al menos algún concejal implicado, indicarme dónde está el yerro de mis razonamientos? Caso contrario, me conformaría con que esclareciese si este modus operandi es atribuible sólo a él mismo o a los criterios del partido al que pertenece.
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