_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Otra de Joselito

Sale uno de España escapándose por el puente de la Constitución y no puede evitar hacer un rápido fisgoneo televisivo en el que aparece el programa internacional de TVE. La ventaja de estar tumbado es que no te puedes caer de espaldas, porque las imágenes que pasan son para darse un buen costalazo. De entrada salen unos gasolineros hablando del miedo que pasan con los atracos. Uno no acaba de entender dónde está la noticia, en un país en el que la delincuencia se ha disparado, pero como ha pillado el reportaje a medias, suspende su juicio. En el siguiente reportaje aparece una señora que se llama Antonia y que ha presentado una demanda contra el Insalud porque a ella 'la habían arreglado', dice, y sin embargo, se ha quedado embarazada. Luego emiten un reportaje sobre una estafa, al que sigue otro sobre un disminuido físico, ha sido multado por tener no sé cuántos pájaros enjaulados y otro más sobre un señor de Pola de Gordón, al que un juez ha condenado a pagar 600.000 pesetas a la reina del carnaval de esa ilustre villa leonesa por trasvestirse a su imagen y semejanza durante las carnestolendas de 1999. La cosa sigue con un reportaje sobre las monjas Agustinas del convento de Betanzos a las que, dice la voz en off, 'los ladrones han hecho la pascua'. Vaya, piensa uno, esto se pone interesante, ahora hablarán de Gescartera. Pues no. A pesar de que la orden de las Agustinas Misioneras, con 503 millones de pesetas perdidos, encabece la lista de entidades religiosas saqueadas en esta descomunal estafa, el reportaje trata sobre el robo de las 493.000 pesetas que tenían preparadas las monjas para pintar sus celdas. En el siguiente reportaje aparece Guadalupe, una gitana de Albacete, hija de un tratante de ganado, que habla de sus estudios de enfermería en Valencia.

Luego sale un reportaje sobre un elefantito danés y uno cree regresar al Nodo de la infancia, pero, lleno de incertidumbres, opta por salir a la calle a respirar aire fresco. Desde luego hay que descartar que con la emisión se pretenda facilitar el aprendizaje del castellano en Europa: a excepción de Guadalupe, las personas que aparecen hacen un uso bastante terrible de los verbos. ¿Tal vez se ha llegado al tope turístico y se pretenda ahuyentar a futuros visitantes? Como la duda me corroe, al día siguiente a la misma hora de máxima audiencia en Europa, zas, vuelvo a fisgonear el canal internacional de TVE y lo que sale parece la película que, de forma natural, siguiera al Nodo del día anterior: aparece Joselito, con un sombrero borsalino. Canta una canción en la que dice que le llaman chico loco por querer a una chica. Ella le pregunta sino padece 'la angustia vital'. En ese punto decido no padecer de otras angustias y apago hasta el día siguiente a la misma hora. Afortunadamente es el último día del puente, porque sino esto lleva camino de convertirse en un vicio o en una tesis doctoral. Esta vez TVE se ha renovado: no salen ni Fernando Esteso, ni Pajares, ni Joaquín Prats, como en un programa de la época, sino sus hijos que, junto a Ricardito Bofill, participan en una sesuda tertulia moderada por Concha Velasco, la chica yeyé de mi infancia.

Como da miedo volver a una España tan casposa como esa, uno decide no reconocerse en el país que pinta TVE, hasta que, ya de vuelta, se entera de la gesta del presidente del Gobierno faltándose con la oposición el día de la Constitución. Y es que, magia potagia, igual que a TVE se le escapa el pequeño ruiseñor de sus entrañas, a Aznar se le escapa ese otro Joselito, el joven falangista que lleva dentro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_