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Columna
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¿De qué se ríe?

¿De qué se ríe tan pícaramente el presidente Aznar ante sus huestes? Tal vez debido a la satisfacción provocada por un viaje triunfal, en el que consiguió presidir una internacional residual y descristianizada, hablar en endecasílabos con un emperador matarife y esperar una hora y media para poder repetirse durante cuatro minutos ante las cámaras de un espectáculo televisivo que daría 20 minutos, hasta 30, a Bob Hope o a Chiquito de la Calzada. Se ríe para abastecer de risas a sus dakois, ante la evidencia de que Izquierda Unida no se pierda una manifestación y de que el partido socialista haya descendido, por primera vez en el siglo XXI, a la condición de partido de lucha y de gobierno. Se está riendo de dos formaciones políticas que hicieron todo lo posible para cambiar la vida y la historia mientras él montaba guardia junto a los luceros, cara al sol, con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer.

Envalentonado por haber estado cuatro minutos en un espectáculo imperial, minimiza las naciones implicadas en la famosa nación de naciones, España, ra, ra, ra. No le importa crear agravios escisionistas, porque los del CIS le han dicho que voto que pierda en la periferia le aporta 10 en la España profunda y no en la de Merimée. También se ríe de las manifestaciones estudiantiles porque incumplen su propia pauta, cuando era un estudiante empollón y sus compañeros rojos salían a la calle a pedir la luna. ¡Los estudiantes a estudiar! ¿A qué gritos de rigor suena este mandato?

Al señor Aznar no le importa sembrar agravios universitarios ni periféricos porque se ha convertido en el demiurgo de la centropatía, '...con la propuesta de la unidad de España, arraso...', le dijo a no sé quién ante la convocatoria de unas elecciones generales.

Le ofrendaron a Azaña para que lo centroliberalizase y ahora se le regala a Habermas para que reivindique la nación de los ciudadanos, alternativa a las naciones étnicas. Pero el presidente sólo cree en la nación como unidad de destino en lo universal, nación que ama porque no le gusta, faldicorta, de boina colorada, mientras acaricia el proyecto de una Sección Femenina con píldora anticonceptiva incluida. Se ríe, claro, por todo eso.

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