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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El frenesí surrealista de Óscar Domínguez

La muestra titulada Óscar Domínguez surrealista ha estado a cargo del galerista Guillermo de Osma, que es un reputado especialista en la vanguardia histórica y, en especial, en sus representantes españoles. La exposición consta de 70 cuadros, dibujos, decalcomanías, libros y hasta una escultura -El toro (1951)- del artista canario, nacido en La Laguna el año 1906 y muerto en París en 1957. Añadamos que una buena parte de la obra ahora exhibida no había sido expuesta en público antes por proceder de colecciones extranjeras y/o privadas. Por otra parte, salvo el esfuerzo hecho al respecto previamente, sobre todo, por Ana Vázquez de Parga, la obra de Óscar Domínguez no se ha aireado, como debiera, entre el público español, a pesar de ser uno de nuestros artistas del siglo XX con más proyección internacional y haber formado parte del movimiento surrealista en Francia. Es cierto que murió joven -se suicidó a los 51 años- y que su vida desordenada tampoco facilitó mucho las cosas para rescatar su obra, pero, a estas alturas, estas dificultades no justifican la comparativa desatención que ha padecido su memoria.

OSCÁR DOMÍNGUEZ SURREALISTA

Fundación Telefónica Fuencarral, 3. Madrid Hasta el 13 de enero de 2002

Dos años más joven que Dalí, Óscar Domínguez, hijo de un hacendado tinerfeño dedicado al negocio bananero, se trasladó a París, como aquél, durante la segunda mitad de los años veinte, el momento de la llamada Edad de Plata de la vanguardia española. A pesar de su temprana llegada a París y de que muy pronto se sintió atraído por el surrealismo, Domínguez no estableció un contacto directo con los máximos representantes del movimiento hasta 1934, que lo acogieron con entusiasmo. Dotado de un aspecto físico impresionante, con ciertos rasgos acromegálicos, su personalidad, arrolladora, era la encarnación perfecta del surrealista, siempre a medio camino entre el derroche vital y la realización de una obra plástica convencional. Como la mayoría de los jóvenes artistas que se integraron en la segunda fase del surrealismo, la de los años treinta, el estilo de Domínguez no rehuyó cierta figuración y cultivó con brillantez la técnica del 'objeto', que estimuló tanto, desde el punto de vista teórico, André Breton. Domínguez, además, fue un fértil continuador de la vocación experimentalista del surrealismo, siempre preocupado por lograr procedimientos de creación plástica que no estuvieran demasiado mediatizados por la censura de lo racional y de las convenciones académicas. En este sentido, inventó la 'decalcomanía', una técnica para promover el grafismo automático.

Entre 1934 y 1945, fecha en la que se separó del grupo surrealista oficial, Domínguez desplegó una energía creadora y vital formidable, que, junto a los no pocos avatares históricos y personales, literalmente agotaron su caudal inventivo en la última etapa de su vida, ésta ya más a la sombra de Picasso y, en una parte menor, de De Chirico. Pero, al margen de la obra plástica personal y de su agitada vida, Domínguez tuvo una estimulante participación como promotor del surrealismo allí donde estuvo, pero hay que recordar, sobre todo, el papel fundamental que desempeñó, junto a Eduardo Westerdahl, en la facción surrealista que se creó en Tenerife, logrando que el propio Breton visitara la isla en el año 1935. Tras la guerra civil española, no sólo eligió permanecer en un exilio voluntario, sino que contribuyó con su obra, junto a otros artistas españoles, en cuantas convocatorias internacionales se organizaron de orientación antifascista.

Pero, sean cuales sean las

virtudes cívicas de Domínguez, así como su novelesca existencia, plagada de mil anécdotas, lo que resta de más perdurable de un artista es siempre su obra material y es ahí donde se debe centrar nuestra mirada. A esto ayuda la presente exposición, que no sólo nos proporciona, como ya se ha señalado, muchas piezas no vistas antes aquí o inéditas, sino que aporta cuadros de formatos grandes y un muy variado conjunto de soportes y técnicas diversos, que nos ayudan a comprender la riqueza de registro inventivo de este gran artista, sin duda uno de los más relevantes de la vanguardia española del siglo XX. Señalemos, por último, que el catálogo de la exposición contiene importantes contribuciones de especialistas españoles y extranjeros, como Fernando Castro, Edouard Jaegger, Emmanuel Guigon y Pavel Stepanek.

'Sin título' (1935), de Óscar Domínguez.
'Sin título' (1935), de Óscar Domínguez.

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