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Entrevista:MARÍA ELENA ETCHEVERRY | Responsable de la editorial Ekin

'Ekin cubrió un paréntesis de cuarenta años en la cultura vasca'

A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en Argentina, María Elena Etcheverry (Buenos Aires, 1938) es una enamorada de la cultura vasca. Nieta de emigrantes vascos, desde 1974 es una de las responsables de Ekin, una editorial creada por exiliados que decidieron hacer 'de la cultura su trinchera'. Viuda de uno de sus fundadores, Andrés María de Irujo, hace unos días regresó a la localidad natal de aquél, Estella, donde se ha reencontrado con sus raíces. Ayer se desplazó a Durango para pronunciar la conferencia inaugural de la Feria del Libro y Disco Vasco.

Pregunta. ¿Cómo surgió Ekin?

Respuesta. No se puede aislar la razón de la creación de la editorial del contexto que vivían las personas que habían vivido la guerra civil y que tuvieron que exiliarse. Ante la persecución que estaba sufriendo la cultura vasca, algunas personas, como Andrés María de Irujo, sintieron la necesidad de hacer de la cultura y los libros su trinchera. Él intenta iniciar este proyecto con personas de la comunidad vasca en el exilio, muchas de las cuales se hicieron suscriptoras de la editorial y financiaron así su labor.

'Los vascos de América se reúnen en comunidades, algo paradójico, porque son excesivamente individualistas'

P. ¿Qué tipo de obras fueron las que editaron?

R. Había de todo. La primera obra fue El Genio de Navarra, de Arturo Campión. También se editó una enciclopedia de cultura vasca, libros sobre literatura y derecho, y también traducciones al euskera de obras de autores argentinos.

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P. Usted nació en Argentina. ¿Cómo empezó a interesarse por la cultura vasca?

R. De niña yo no sabía nada de lo vasco, ni había oído a mis abuelos hablar euskera, a pesar de que uno era de Baigorri y el otro de Guipúzcoa, porque fallecieron cuando tenía cinco años. Los nietos mayores teníamos nuestros diminutivos euskéricos. Yo era Malenutxa y otro era Josetxo. Eso era todo lo que teníamos: ese txo, el pelo blanco de mis abuelos y la necesidad de buscar. A pesar de ello, quería aprender euskera, porque cuando un niño no sabe quién es su padre, siente la necesidad de conocerlo.

P. ¿Y cómo llegó hasta la editorial?

R. Primero como lectora. Luego, mi padre fue nombrado miembro de número de la Asociación Americana de Estudios Vascos. Cuando murió, en 1974, se acercó gente del ambiente vasco a dar el pésame a mi madre. La noche antes de morir habíamos hablado de sus estudios sobre los vascos y yo estaba muy marcada por eso. Andrés de Irujo le hizo una nota necrológica. Fue él quien me introdujo y me animó a dar la primera charla. Así fue como me relacioné con él. Era una persona que llevó adelante unas ideas con el sacrificio de su propia persona y eso me impactó muchísimo.

P. Desde la perspectiva que dan los años, ¿cuál fue la importancia de la labor de Ekin?

R. En aquellos tiempos la importancia era simplemente el efecto que producía en las personas conocer de aquellos temas y encontrar lo que tal vez buscaban. Pero con los años me di cuenta de lo grave que habrían sido 40 años de paréntesis respecto a la manifestación de su propia cultura; un paréntesis de prácticamente una generación habría supuesto un daño irreparable. La editorial cubrió ese hueco.

P. ¿Las nuevas generaciones de la diáspora siguen conservando la cultura vasca?

R. Más que de diáspora, me gusta hablar de comunidad, porque si bien tuvieron una dispersión respecto al núcleo original, los vascos no están dispersos, se congregan en comunidades. Eso es una paradoja, porque también son excesivamente individualistas. Los vascos se llevaron su manera de vivir y yo creo que los jóvenes siguen buscando esa identidad.

P. ¿Mantienen relaciones con grupos culturales ubicados en el País Vasco?

R. En los últimos años ha habido relación. Uno de los primeros contactos que tuvimos fue con el entonces lehendakari Ardanza y su consejero de Cultura, Joseba Arregi. Les pedimos colaboración para el estudio del euskera y tomaron seriamente nuestro pedido.

P. ¿Considera necesaria una mayor colaboración entre las diferentes comunidades vascas para promocionar y difundir su cultura?

R. Pienso que algo se está haciendo. Pero para mí lo importante es que se acompañe toda esta motivación de una mayor formación, porque si nos quedamos en los elementos superficiales no es suficiente. Lo folclórico es agradable, pero yo, por ejemplo, necesito conocer más de la literatura, de la cultura y de la historia vascas.

P. ¿Cuáles son los proyectos de la editorial?

R. No podemos compararnos con la labor editorial que se está realizando en el País Vasco. De hecho, este último año sólo hemos publicado una obra. Pero tenemos un fondo editorial muy importante que no ha perdido vigencia.

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