Sólo un 0,2% de quienes se inyectan en la narcosala analiza la droga
Las 10 cabinas de inyección de la narcosala de Las Barranquillas, en Villa de Vallecas, han sido utilizadas 40.608 veces desde su apertura, hace año y medio. Pero sólo en 88 ocasiones (un 0,2%) los toxicómanos han pedido analizar la droga que iban a pincharse en este dispositivo abierto por la Agencia Antidroga de la Comunidad en el mayor hípermercado de droga de la ciudad.
El sistema de análisis usado en la sala de venopunción es muy rudimentario y sólo indica qué drogas componen la papelina, no su pureza ni con qué está adulterada. Se trata de un vasito provisto de reactivos a las anfetaminas (estimulantes), la cocaína, los barbitúricos (sedantes), la heroína y las benzodiazepinas (tranquilizantes). En él está escrito el nombre de cada una de estas sustancias. El drogodependiente sólo tiene que introducir una ínfima porción de la papelina disuelta en agua y esperar unos minutos. Si una droga está presente en la dosis, sobre su nombre se dibuja una cruz blanca.
Fue el grupo parlamentario socialista quien exigió al Gobierno de la Comunidad que la narcosala contase con algún método para analizar la calidad de las drogas que se inyectan en ella los usuarios y evitar así sobredosis u otras reacciones adversas. En el fondo, lo que el PSOE reclamaba era que se aprovechase la apertura de este nuevo dispositivo para iniciar un programa de dispensación controlada de heroína.
La Agencia aceptó facilitar el vasito de análisis, pero advirtió de que iba a ser poco útil, ya que una análítica más exhaustiva requiere una espera mínima de 24 horas, algo absurdo en una narcosala, a la que los toxicómanos llegan ansiosos por pincharse.
116 'pinchazos' diarios
Las 10 cabinas de inyección de la narcosala son usadas una media de 116 veces al día. Cada una está separada de las demás por una cortinilla y al drogodependiente se le facilitan los útiles para inyectarse sin riesgo de sufrir contagios (agua destilada, jeringuillas, toallitas...). Los sanitarios de la sala intentan evitar que los toxicómanos se pinchen en zonas de riesgo, como el cuello y los genitales, y están atentos a si alguno sufre alguna reacción negativa.
El 59% de los usuarios se inyecta una mezcla de cocaína y heroína y sólo el 11% consume sólo cocaína. La narcosala presta, además, atención social y sanitaria, ya que su objetivo es, además de evitar infecciones de VIH y otras enfermedades, intentar derivar a la red de atención normalizada a toxicómanos que están muy alejados de ella. Desde su apertura, el 24 de mayo de 2000, han sido atendidas 565 urgencias, 307 de ellas por sobredosis.
El pasado 1 de diciembre, junto a la narcosala, la Agencia Antidroga abrió un centro que, además de prestar también atención médica y social, dispone de 50 camas y da desayunos, comidas y cenas. Este complejo formado por la narcosala y el centro de emergencia, abiertos ambos las 24 horas, emplea a 75 profesionales, entre sanitarios, trabajadores sociales, educadores, vigilantes y limpiadores.
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