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LA CRÓNICA
Columna
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El apocalipsis está ahí

Esto no es el fin del mundo pero lo parece, y si no que se lo pregunten a Juan Gas, que por una de las casualidades de la vida se dedica a vender, entre otras cosas, máscaras antigás, lo que no quiere decir máscaras contra él mismo sino contra el peligro que supuestamente acecha al mundo en estos días de guerra. La gente se prepara para un apocalipsis y el señor Gas tiene lo que la gente busca: seguridad y confianza.

El establecimiento del señor Gas está situado en la esquina de Gran Via con Balmes, se llama Nitspy y se dedica a la defensa y al espionaje. Me acerqué por allí una mañana soleada y me detuve ante el escaparate, que me recordó a una de las instalaciones surrealistas con que suelen obsequiarnos algunos artistas: un maniquí vestido con traje negro y pajarita llevaba una máscara antigás, mientras que otro maniquí, que aparentaba ser una secretaria atareada tras la mesa, ofrecía toda clase de artilugios para atrapar al ladrón: bolígrafos detectores de billetes, bolígrafos de tinta invisible, gafas retrovisión, detectores de radares... Me decidí a entrar, pero la puerta estaba cerrada y tuve que llamar a un timbre. Dado el tipo de establecimiento en que iba a sumergirme en seguida me invadió la sensación de que era registrada, radiografiada y escaneada de arriba abajo. Como al parecer no tengo nada que esconder, la puerta se abrió y me encontré con un señor -el señor Gas- detrás de un mostrador. Solté mi propuesta de corrido sin que mi interlocutor moviera un solo músculo (yo seguía sintiéndome escaneada por todos lados). 'Enséñeme sus credenciales', me dijo él mirándome atentamente a los ojos. Era un chorro de agua fría porque no dispongo de tal cosa. Le dije que podía llamar al periódico. El señor Gas seguía observándome sin pestañear. ¿Tendría ya radiografiados mis intestinos? Al fin debió de creer en mi sinceridad y prefirió confiar directamente en mi palabra. Y empezamos a hablar.

En un mundo global, todas las guerras caen cerca. Hay una tienda en Barcelona que sabe de la pulsión por protegerse

Nitspy se ha dedicado toda la vida a vender máscaras antigás que eran adquiridas por empresas químicas y como sistema de seguridad en los hoteles. Se vendían unas cuatro al mes y la cosa no pasaba de aquí. Pero desde el fatídico 11 de septiembre el establecimiento se vio desbordado por una demanda masiva de máscaras, hasta tal punto que se quedaron sin existencias. 'Hemos llegado a vender 20 a la semana', asegura Juan Gas. Llevan un filtro polivalente y tanto sirven para un ataque químico o bacteriológico como simplemente contra incendios. 'Tenemos asesores militares y podemos asegurar que la máscara ofrece las máximas garantías y salva el 90% de los casos'. Es esa máscara negra de caucho tan elegante que lleva el maniquí del escaparate; el caucho tiene el poro más pequeño que la espora de ántrax, por lo que no podría contagiar a un individuo que la usara.

'La gente lo confunde todo -dice el señor Gas-. El ántrax es una espora que existe en la naturaleza. Es como la gripe y tiene vacunas. Otra cosa es el gas sarín, lo más peligroso que existe en ese momento'. '¿Pero realmente alguien llegó a pensar que en Barcelona podía aparecer un caso de ántrax o que algún loco fuera capaz de echar sarín en el metro?', pregunto yo, escéptica de toda la vida. '¡Pues claro! En Alemania se dio algún caso de ántrax. El peligro puede estar a la vuelta de la esquina y la gente se prepara'. Le pregunto qué tipo de cliente le pide máscaras y me responde que hasta le han consultado para proteger perros.

La oferta de Nitspy no acaba aquí. En los últimos tiempos ha aumentado la demanda de detectores de explosivos y metales, chalecos antibalas, espejos detectores de explosivos para los bajos del coche e inhibidores de frecuencias para impedir la activación de bombas a distancia. El establecimiento dispone de la tienda y un departamento de venta por Internet y exportación así como de un equipo de asesoría. Doy una vuelta por la tienda y veo microcámaras, circuitos cerrados de televisión, alarmas, detectores de billetes falsos, grabadoras... Pero lo que realmente está teniendo más salida en la actualidad es un sistema de protección contra los actos vandálicos a coches estacionados en aparcamientos. Otra de las demandas estrella es la localización de vehículos robados y alguna solución para las llamadas anónimas. Ellos no son detectives, pero tienen el instrumento para arreglar algunos de los problemas que nos acechan.

Antes de irme observo desde la tienda a unas chicas que se han plantado delante del escaparate y observan divertidas al maniquí con la máscara. Realmente le sienta bien el traje negro y la pajarita, o al revés, como si fuera todo de conjunto. Y me imagino cenas de gala con los comensales ataviados con la máscara. Es algo que asocio a pesadillas o a películas de ciencia-ficción, aunque el señor Gas tenga clarísimo que todo esto va en serio. Vayan tomando nota del modelito porque el apocalipsis puede estar a la vuelta de la esquina.

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