Formas
Desde las calles de Madrid se expande el rumor de la muchedumbre universitaria. Su protesta, la de los estudiantes y los profesores, va enfocada contra una ley concreta, pero revela un malestar de fondo hacia un gobierno que considera razonable una reforma de envergadura en el ámbito de las universidades con la oposición de la mayoría de los claustros y los rectores, un malestar palpable hacia un partido cuya estrategia de negociación se basa en descalificar a todo aquel que no acepta lo que se propone. Más allá de algunos cambios alarmantes para la autonomía de las instituciones educativas superiores, hay un problema de formas muy evidente en el asunto de la Ley Orgánica de Universidades (LOU). Al PP se le agudiza el problema de las formalidades democráticas en muchos frentes. Tal vez por eso Eduardo Zaplana vuelve a sacar pecho en Madrid. Con esa manera de gestionar el poder, el presidente de la Generalitat se siente cómodo: mucha propaganda, cara de buen chico para la galería, abundante derroche de medios y de fondos públicos, ninguna concesión al adversario y, cuando hace falta, guerra sucia. La fórmula da rendimientos en épocas de bonanza. Otra cosa son los daños colaterales. Por ejemplo, el uso demagógico que se hará del hecho, en sí interesante, de que el presidente valenciano encabece dos años el Comité de las Regiones en Europa. Preparémonos a sufrir el ninguneo de cualquier otra cosa que no sean citas de alto nivel, grandes declaraciones que no contienen novedades y un empacho de triunfalismo inmune a la autocrítica... o, aun peor, a la realidad de escala humana. Aunque el observador curioso (quedan pocos) se moleste en mirar hacia atrás para calibrar el trecho recorrido con la derecha al mando y vislumbre en el camino, como en los campos de batalla de Afganistán, toda la chatarra averiada, toda la destrucción y la miseria, tacharán de sectarias sus reticencias porque el esplendor del poder en plena demostración de narcisismo es amnésico y no admite matices. Hace tiempo que aprendimos de la historia y de algunos maestros que la democracia es formal porque, sin formas, no hay democracia. La ecuación afecta también a la derecha.
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