'Mi casa tiene 12 metros cuadrados'
Vecinos y artistas de Lavapiés organizan unas jornadas para mostrar la precariedad del barrio
Imagínense que tienen un cuarto de 12 metros cuadrados y que en él tienen que meter tres camas, una mesa, un armario, una televisión, la ropa y la comida. A eso añádanle un hueco para los libros, los discos, los juguetes, los enseres de cocina y el teléfono. Sin calefacción, ni agua caliente, ni gas, ni ducha, tan sólo un pequeño retrete en el pasillo de la vivienda y que hay que compartir con cinco familias más. Y todo lleno de grietas, de maderas carcomidas y de hierros oxidados y al borde de la ruina. Pues así, en humildes infraviviendas, viven cerca de 2.000 familias en la zona de Lavapiés (Centro).
Para mostrar estas infraviviendas y para denunciar la situación por la que pasa el barrio de Lavapiés, la asociación cultural Maelström y la Red de Lavapiés han organizado durante todo el fin de semana las jornadas Érase una vez Lavapíés... y otros cuentos. 'Lo que pretendemos es juntar el arte y la denuncia social para que los vecinos y visitantes de Lavapiés conozcan las cosas buenas y las deficiencias del barrio', señala Lourdes Fernández, de Maelström.
La plaza de Lavapiés y sus alrededores se han convertido durante el fin de semana en un foro de discusión, de proyección de vídeos, de exposiciones y de actividades al aire libre donde los organizadores han montado desde la réplica de una infravivienda en plena plaza hasta una exposición de dibujos hechos por los niños del barrio donde explican cómo les gustaría que fuese esta emblemática zona del distrito centro.
Pero las estrellas de las jornadas son las rutas que la Red de Lavapiés ha organizado para mostrar a todo el que quiera acercarse cómo se vive en el barrio. El recorrido de ayer enseñaba las infraviviendas de calles como Sombrerete o Amparo, donde, por un alquiler que va desde las 250 a las 10.000 pesetas, sobreviven como pueden muchas personas mayores.
Manuel Morales, de 76 años, enseñaba ayer orgulloso su casa, en el número 3 de la calle de Sombrerete. 'Mi casatiene 12 metros cuadrados. Tengo que poner un plato de harina en la cocina para que las ratas, al comer de él, beban mucho agua y se mueran. Esta mañana lo he puesto a rebosar y ya está casi vacio', explica este hombre que lleva 15 años viviendo en este edificio declarado en ruina, pero en el que viven 19 familias. 'Me ducho con un barreño. Enchufo una goma al grifo del agua y me apaño como puedo', comentaba Teresa, otra vecina.
En la puerta de enfrente, Rubén, un niño de ocho años que vive con sus padres en una casa de 20 metros cuadrados, maneja un videojuego conectado a la televisión. '¿Vivir aquí? Pues me gusta regular. Preferiría algo más grande', comenta Rubén, mientras su madre pone orden a su pequeño hogar.
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