A veces es tarde

Lucía, leo con indignación lo que creo es el fin de la Fundación Miguel Hernández. Crónica de una muerte anunciada. Era previsible. Sin embargo, yo que he conocido desde su inicio los entresijos de la fundación y la utilización electoralista que la derecha hizo en su momento del nombre de Miguel Hernández, ya presuponía un fin parecido.

No podía ser de otro modo. Quienes gobiernan ahora, de una manera u otra, son de la misma estirpe de los que ocultaron durante décadas la figura del poeta. Y soy benevolente. ¿Qué esperabas de ellos? ¿Qué te creías, que te iban a tratar mejor? ¿Que tendrías más medios? ¿Que la obra de tu suegro iba a ser más y mejor difundida? ¿Que te iban a abrir las puertas de las instituciones, como te las abrimos nosotros, para darte su apoyo? Al fin te has dado cuenta de una cosa: a la derecha que hoy nos gobierna en este país, le ofende la obra de Miguel Hernández. No lo dirán. No lo admitirán. Incluso más de uno se rasgará las vestiduras al leer esta carta.

Pero Lucía, ten por seguro que en lo más hondo, en su parte más íntima, la que sólo les sale al exterior en ciertas ocasiones, nada les importa la obra y figura de Miguel. La suerte que tenemos es que ahora no pueden hacer más que apagar, que minimizar todo aquello que en su día les ofendió y que entonces solucionaban de una manera más radical. Pero recuerda las palabras de Ferdinand Celine: 'La muerte, la verdadera muerte, es olvidar quién te mató'. No abandones, pero no olvides.-