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Crítica:RANCAPINO | FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tirando a gris

Fue una de esas veladas un poco tontas, en que el cuerpo se te queda como desganado porque nada de lo que ves y oyes te motiva. Y esto es grave. Si el flamenco no genera ni frío ni calor en el oyente, si no da lugar a la emoción, es que algo está fallando. Puede incluso darse el caso, se da de hecho con cierta frecuencia, de que un cantaor no lo esté haciendo bien, y sin embargo pone a su cante una carga de pasión y entrega que convence. No fue lo que ocurrió en esta oportunidad. Hubo detalles, facetas de calidad que siempre se perciben en los buenos cantaores -y los protagonistas de esta noche lo son- y poco más.

Fernando de la Morena, por lo menos, salvó la cara con cantes serios y dignos, por soleares, por siguiriyas, incluso por fandangos. Por bulerías, estilo en que es maestro, el De la Morena tiene una voz grave, casi afillá, que resulta muy flamenca y de eco jerezano inconfundible.

V

Cante: Fernando de la Morena, Rancapino. Toque: Fernando Moreno. Círculo de Bellas Artes, Madrid, 23 de noviembre.

Rancapino, cantaor al que admiro tanto, me defraudó más. Porque me parece que no quiso. Anduvo constantemente aliviándose, sin dejar libre vuelo a la voz, que a él nunca le sobra. A esto los andaluces le dicen 'dar ojana', o sea, engañar de alguna manera.

Lo que en el flamenco es inadmisible, porque una de las virtudes fundamentales de este arte es la verdad, y si no hay verdad, no hay cante. Y Rancapino durante toda su actuación -que fue breve, por supuesto- me dio la impresión de que trataba de cumplir un trámite con el menor esfuerzo posible.

Fernando Moreno, jerezano, es guitarrista que ha despegado en los últimos años como excelente acompañante de cantaores. Pone cuidado exquisito en no quitarles protagonismo, sino, bien al contrario, trata de potenciar el cante con un toque muy pegado a la voz cantaora y a sus inflexiones.

En definitiva, una noche sin mayor historia. En el arco iris de los colores del cante, esta noche fue decididamente gris.

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