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La Filmoteca dedica un ciclo al realizador alemán Reinhold Schünzel

'Es una cara conocida del cine, pero posee una obra poca conocida'. Éste es el perfil del director, actor y productor alemán Reinhold Schünzel, a quien la Filmoteca dedica un ciclo desde hoy. Schünzel (Hamburgo 1888-Munich 1954) es un rostro conocido por su participación como actor en Encadenados de Alfred Hitchcock, pero su filmografía incluye más de 150 películas, tanto en su etapa alemana como en la estadounidense, país al que huyó del nazismo en 1937. El ciclo, que concluirá el 8 de diciembre, incluye siete títulos que abarcan la faceta de Schünzel como director, tanto de cine mudo -Maria Magdalene (1920) y ¡Hola, Caesar! (1926)- como sonoro -Víctor y Victoria (1933), Amphitryon, la felicidad viene de las nubes (1935) y La tierra del amor (1937)-, además de perfilar su trabajo como actor con la selección de La ópera de tres peniques, dirigida por George Wilhelm Pabst en 1931, y Encadenados (1946), de Hitchcock. La programación incluye también la proyección del documental Con el próximo beso le pego un tiro, dedicado a Schünzel y presentado por el historiador alemán Wolfgang Jacobsen.

Jacobsen destacó en la presentación del ciclo en Barcelona la capacidad de Schünzel para dotar de ambigüedad a sus personajes 'dándole a los malos una faceta buena y a los buenos una cara mala'. Esto lo convirtió 'en uno de los malos más queridos durante la República de Weymar'.

Schünzel, que dirigió la primera versión del musical Víctor y Victoria, realiza sus trabajos de dirección 'con la perfección técnica habitual en el cine alemán, sobre todo de la UFA, hasta el año 1933, pero le aporta una visión americana ya que conocía muy bien el cine de Hollywood'. Precisamente fue a Estados Unidos donde huyó el director alemán, de madre judía, después de estrenar en 1937 La tierra del amor, una obra ambientada en un régimen imaginario en el que el personaje más negativo es un ministro ridículo y autoritario. A juicio de Jacobsen, 'aunque Schünzel trabajó durante el nazismo, siempre impregnó sus películas, sobre todo comedias, de un tono irónico contra el fascismo'. El público norteamericano encasilló al principio a Schünzel en el papel de nazi, personajes que 'él trasforma en una caricatura de Alemania'.

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