Cahun, libertaria

En estos tiempos desapacibles en que vivimos, y a la espera de mejores noticias, no está mal dedicar nuestros esfuerzos a rescatar personajes, figuras y obras poco o injustamente maltratadas por la historiografía canónica del siglo pasado. Tal podría ser el caso de la fotógrafa y escritora Claude Cahun. Hablamos de una mujer realmente singular. Nacida en 1894 de muy buena y culta familia, su trayectoria aparece seriamente determinada no sólo por sus relaciones con los círculos vanguardistas (Breton, Desnos, Bataille, Michaux), sino, de una manera enfática, por sus preferencias sexuales, que le llevaron a compartir su vida con su hermanastra.

La relevancia de su homosexualidad en su obra (intensamente subrayada por el comisario de esta exposición, Juan Vicente Aliaga) no sería tanta si no fuera por la época en que le tocó vivir, en donde no resultaba tan fácil como en nuestros días salir de los armarios (ni siquiera en los ambientes vanguardistas), o por la manera en que la desarrolló temáticamente, aun cuando en términos oblicuos: como una exploración de los límites y las indeterminaciones de la identidad. Esto se hace evidente, sobre todo, en su larga serie de autorretratos, en donde aparece representada de toda guisa: como mujer oriental, cabeza de Medusa, marinero, muchacho adolescente, personaje de pantomima, muñeca, medio monstruo, figura sin rostro o mujer sufriente. Junto a ello encontramos fotomontajes y composiciones de objetos encontrados de aspecto más surrealista.

Lo curioso es que estos trabajos apenas fueron conocidos en su momento salvo por algunos de sus amigos o en forma de ilustraciones de libros. De hecho, Claude Cahun fue casi más conocida como escritora fragmentaria (o, según Breton, inconstante), y uno de los aciertos de esta muestra es el de presentar por vez primera en castellano, en el catálogo, una breve pero valiosa selección de sus textos. Claude Cahun fue, además, una artista lo bastante libertaria como para alinearse con las organizaciones de izquierdas. '¿Para quién escribe usted?', le preguntaron desde la revista Commune en 1933. Su respuesta no podía ser más clara y radical, ni más honesta: '¿Contra quién escribe usted?', decía, ésa era la verdadera pregunta. Y a esta pregunta contestaba: 'Contra todos los que saben leer', y 'ante todo contra mí'.