Álvarez-Cascos agradece a los socialistas la construcción del teatro
'No echo en falta a nadie', dice Montanyès
La amplia presencia de políticos y rostros conocidos del mundo cultural -de Oriol Bohigas a Rosa Novell, pasando por Xavier Rubert de Ventós, Josep Maria Subirachs y Frederic Amat- no hizo olvidar anoche en la nueva casa del Lliure a esos otros grandes personajes en los que se ha basado siempre una buena parte de la calidez del viejo teatro. Nada simbolizó mejor a esas gentes del Lliure de toda la vida que la imagen de Josep Codina, el entrañable encargado de sala en Gràcia, cortando anoche, emocionado, la primera entrada del teatro Fabià Puigserver.
Otros detalles contribuyeron a llenar el enorme y lujoso espacio de la nueva sede con la familiaridad de la antigua: los avisos de inicio de función fueron los mismos, unas notas de La flauta mágica. Mucha gente del Lliure de corazón: Pere Planella, Montse Guallar -que tan de cerca vivió la enfermedad de Puigserver-, Emma Vilarasau, Carlota Soldevila, Mónica López y Eduard Fernández -ambos catapultados a la fama, pero siempre fieles a los recuerdos y raíces en el Lliure-. El actual director del Teatre Nacional de Catalunya, Domènec Reixach, tuvo un recordatorio muy especial de su pasado en el Lliure: el traje que vestía en El misantrop, de Molière, en la producción de 1982 se exhibía entre otros figurines en el vestíbulo. 'Debía de estar más delgado', rió al ver la talla de las prendas.
Antoni Dalmau, presidente de la Fundación Teatre Lliure, parecía flotar: 'Es el final de un largo recorrido, en el cual han pasado muchas cosas, han cambiado los políticos, hemos hecho muchos viajes, hasta que llega un día como hoy y ves que vale la pena', dijo. Y añadió: 'El espíritu de Puigserver ronda por aquí, los arcos de aire renacentista son los que él dibujó'. Suspiró al preguntársele por el ausente Pasqual: 'Nos habría gustado que viniera, pero ya vendrá. Es normal que haya discrepancias en el modo de entender las cosas, pero yo creo que con el tiempo volveremos a tenerle entre nosotros'. Josep Montanyès daba la impresión de tratar de asimilar, sin lograrlo del todo, lo que ocurría a su alrededor: 'En estos momentos no sé ni cuál es mi estado de ánimo. No me creo que haya llegado este día. Estoy muy ilusionado y contento. No echo en falta a nadie esta noche. Estoy emocionado por la gente que ha venido hoy, por la de mañana y por la que vendrá en los próximos 25 años, porque un teatro como éste no se justifica sólo con la gente que vendrá esta noche'.
El concejal de Cultura, Ferran Mascarell, apuntó: 'Soy una persona feliz, por toda la gente que ha dedicado mucho esfuerzo a hacer posible este teatro; el proceso ha sido largo y eso hace especialmente gratificante este día'. De Pasqual opinó: 'Es el cuerpo artístico del Lliure, y no los políticos, quienes deben acogerle, pero yo creo que él sabe que tiene las puertas abiertas aquí y en toda la ciudad'.
Joan Lluís Bozzo, director de Dagoll Dagom, afirmó: 'Hoy no es momento para polemizar, ya habrá tiempo para ello. Hoy es un día para celebrar, no podemos dejar de alegrarnos cuando se abre un nuevo espacio, al margen de que el proceso haya sido extraño y un tanto oscuro'.
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