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Reportaje:

'Telefónica para los ricos, los pobres para Cáritas'

La ONG denuncia que el Plan para la Inclusión no tiene presupuesto y delega sus responsabilidades

Las personas sin hogar son unas 30.000 en España, y suelen moverse en busca de trabajo de una región a otra. El Gobierno aprobó en mayo un Plan Nacional para la Inclusión Social (el Consejo Europeo exigía hacerlo antes de junio), pero Cáritas denunció ayer que aún no hay presupuesto y además el Gobierno rechazó en el Parlamento la regulación de empresas de inserción, que el plan apoya. Cáritas pide un Plan Estatal coordinado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

'El actual plan es un zurcido de medidas que, en gran parte, ya existían en planes de empleo, vivienda, droga o mayores', dice Esperanza Linares, responsable de Cáritas para los sin hogar. 'Y la Administración abdica de la responsabilidad titular, con lo que las ONG llenamos una laguna que correspondería a los poderes públicos. El Gobierno apuesta por privatizar lo valioso, y no fortalece los servicios sociales. La consigna parece Telefónica para los ricos, y los pobres para Cáritas'.

Otra crítica de Cáritas al plan es que el plan confía la mayoría de las medidas a las comunidades autónomas o a los municipios. 'Las comunidades autónomas legislan sus rentas mínimas de inserción, que sólo conceden a quienes residan en su territorio por años', recuerda José Manuel López, coordinador de Acción Social de Cáritas. 'Por tanto, se excluye de esas 40.000 pesetas a las personas sin residencia fija, es decir la mayoría de los sin hogar'. El plan aboga por 'avanzar en el diseño consensuado con las comunidades autónomas de una regulación de criterios básicos' de esas rentas, pero Linares constata: 'Ese consenso lleva años sin dar fruto'.

Persona sin hogar y mendigo no son lo mismo. Cada vez aparecen en albergues o comedores más mujeres, incluso con niños, y son habituales los divorciados a quienes no les alcanza el dinero para un piso, o gente que necesita ahorrarse un plato, o toxicómanos echados o huidos de casa. 'Y desde hace dos años acuden trabajadores inmigrantes recién llegados', dice López. 'No hay servicios para ellos y recurren a albergues y comedores. Hay peligro de contagio: tras rotar obligatoriamente de un albergue a otro cada cinco días, pueden convertirse en excluidos'. Los albergues no suelen ser precisamente paradores nacionales. 'Una persona tiene derecho a un techo, a comer, a ducharse', plantea Linares, 'pero hay albergues privados indignos. La iniciativa privada abarca un 86% de los servicios sociales. Y tres cuartas partes de los albergues carecen de personal para abrir en verano o los fines de semana'.

El Gobierno, antes de su plan, consultó con Cáritas, cuyas propuestas no fueron recogidas. Cáritas envió 20.000 tarjetas a Aznar. Ahora mandará 190.000 trípticos a Trabajo con el eslogan ¿Hasta cuándo en este plan?

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