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Sobres sospechosos

¡La que se está armando! Toda la Comunidad Valenciana anda estos días alterada con el asunto de los sobres sospechosos. Resulta que algunos ciudadanos relevantes están recibiendo sobres contaminados, igualito que el célebre senador americano del ántrax, y los servicios de Correos no saben qué hacer. Por ejemplo, hay un conocido político valenciano que recibió un paquete con gérmenes de Morbus naseirensis y se quedó sin habla: lo están tratando en la UCI de un hospital privado concertado. Otro político, éste de pelaje diferente, abrió ingenuamente un sobre que contenía esporas de la bacteria Neumococus alaquasensis y también se quedó mudo, por lo que han tenido que internarlo en la habitación contigua. Ya van dos que no dicen ni pío. El último caso acaba de conocerse: un tercer dirigente político estaba afeitándose en el baño y se puso los cascos, que había comprado en un catálogo de esos por correo, para oír un poco de música. Cuál no sería su sorpresa cuando la tonadilla que interpretaba Jaime Morey vino acompañada de un rebufo maloliente que casi lo ahoga y que acabó con él en el mismo hospital: parece ser que había ingerido una dosis elevada de Gescarcherichia coli.

La cosa está que arde. Si ya no se puede confiar ni en el correo, ¿de quién vamos a fiarnos? La policía sospecha que pueda tratarse de algún bromista, pues parece improbable que Bin Laden y sus secuaces se hayan acordado de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, nunca se sabe. Al fin y al cabo, son muchas las localidades que celebran fiestas de moros y cristianos y, como es sabido, siempre pierden los del turbante. A poco que Canal 9 le haya pasado el chivatazo a la cadena Al-Yassira, nos ponen en la lista de los objetivos prioritarios. Más vale prevenir que curar: habrá que recordarles a los de Al-Yassira que nosotros tenemos por aquí nuestra Alzira, que viene a ser poco más o menos lo mismo, así que estaría muy feo acusar a los colegas.

También se ha especulado con la autoría de gentes venidas del norte con ocasión de las veladas de los Octubre. No es una hipótesis que se pueda descartar. Ya se sabe que lo suyo es sembrar la discordia. Hasta ahora lo hacían inoculando palabras raras, pero tal vez hayan decidido pasar a los hechos. Por si acaso, la AVL ya ha tomado cartas en el asunto y está examinando con el sensor de electrones toda la correspondencia septentrional. De momento lleva detectados siete bacilos ortográficos y una docena de microbios léxicos, pero, por desgracia, ni rastro de los microorganismos que han postrado a nuestros dirigentes.

Otros investigadores atribuyen el brote a un foco de procedencia meridional. Parece ser que una persona de Benidorm ha tenido que salir apresuradamente, porque había dejado una catástrofe a sus espaldas, y se pasea de consejería en consejería y de despacho en despacho preguntando qué hay de lo suyo. La brigada de infecciones sospecha que anda amenazando a nuestros políticos y que para presionarles les enseña facturas de jolgorios varios infectadas con esporas.

Podría ser. Entre los espectáculos de Terra Mítica que provocan mayor descarga de adrenalina acaba de inaugurarse el llamado Tíovivo del Carbunco, consistente en que los visitantes tienen que abrir tres sobres de un cesto con veinticinco y entre los que hay uno que contiene las esporas de la enfermedad. No sería raro que el aludido personaje hubiese tenido mala suerte y estuviese propagando infecciones sin querer.

Así estaban las cosas, hasta que se ha producido una filtración del hospital, la cual permite descartar definitivamente la hipótesis de un ataque terrorista contra la Comunidad Valenciana. Parece ser que los políticos ingresados, lejos de atiborrarse de antibióticos y leer apaciblemente el DOGV, están intentando infectarse unos a otros. Aprovechan el correo interno de la clínica -desde el termómetro que pasan las enfermeras de una habitación a otra sin desinfectarlo jamás hasta la repugnante rodaja de merluza congelada de la cena- y envían al colega de la habitación de al lado más esporas peligrosas con el malsano propósito de ponerlo contra las cuerdas. Menos mal, es lo de siempre, las prácticas borgianas tradicionales en la tierra de los Borgia. Porque yo ya empezaba a preocuparme y a mirar con sospecha un sobre de Hacienda que acabo de recibir y que no augura nada bueno. Vale, será una multa o un requerimiento, pero, por lo menos, no son esporas de carbunco.

Ángel López García-Molins es catedrático de Teoría de los Lenguajes de la Universidad de Valencia.

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