Matadores con casta
La casta que le faltó al ganado quinqueño que mandó Javier Garfias de los Santos le sobró a los matadores. Rafael Ortega, de hinojos, saludó al revoltoso cuarto con emotiva larga cambiada y en su quite dibujó rítmicas navarras. Con los palitroques se lució, sobre todo en el espectacular para el quiebro que hizo que la banda le dedicara una diana. Caminándole al enemigo inició su trasteo ejecutando trincherillas y de la firma. La vitolina y el pase de las flores precedieron sus series de acompasados redondos.
Al pegajoso que abrió el festejo, pitado en el arrastre, el diestro de la Tlaxcala le hizo unas ajustadas chicuelinas en su quite y con gran destreza lo banderilleó. Pero en su labor con la pañosa, el corto recorrido del adversario, que además no humillaba, le dificultó ligar sus muletazos. Aunque el segundo, de De Santiago, pitado en el arrastre, se defendía constantemente, Eugenio de Mora, con enjundia y mucho aguante, le enjaretó unas tersas series de naturales y redondos.
Garfias / Ortega, Mora, Bricio
Cinco toros de Garfias y uno de De Santiago: presentables y sin fuerza; descastados, abantos y sosos. Rafael Ortega: media (silencio); estocada corta y descabello (al tercio). Eugenio de Mora: estocada honda (al tercio); estocada honda (al tercio). Antonio Bricio: estocada corta, dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos, media, estocada honda y descabello (silencio). Monumental Plaza México, 18 de noviembre, cuarta corrida de la temporada, un cuarto de entrada.
Exponiendo mucho, el coletudo de Toledo se la jugó ante el descarado y mansurrón quinto, pitado en el arrastre, ya que por estar mal de la vista en vez de embestir pegaba arreones. Al final del trasteo, el diestro trazó increíbles pases con temple y hondura.
Con señorío y quietud, Antonio Bricio esculpió un armonioso quite de gaoneras al tercer, pitado en el arrastre. Aunque el cornúpeta no hacía el viaje completo, en el último tercio logró enhebrar unos templados derechazos y naturales que le sacó con tirabuzón. Al gazapón y rebrincón que cerró plaza, pitado en el arrastre, el espada tapatío lo lidió desahogadamente. En señal de protesta por el pésimo encierro, al terminar la corrida el público llenó el ruedo de almohadillas.
Babelia
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